Día Mundial contra la Hepatitis: un llamado global a la detección y tratamiento

📸 Imagen cortesía
¿Un enemigo invisible que arrasa en silencio?

Este lunes 28 de julio, mientras el mundo observa el Día Mundial contra la Hepatitis, una sombra silenciosa sigue acechando a más de 350 millones de personas en el planeta: las hepatitis virales—A, B, C, D y E—persisten como una amenaza que aún no logra desvelar su rostro ante la mayoría.

La jornada, promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), no es un simple acto conmemorativo. Es un llamado urgente, una vibración colectiva que busca remover la indiferencia y despertar a gobiernos, sistemas de salud y comunidades hacia la detección precoz y el tratamiento efectivo. A pesar de que la enfermedad puede evolucionar sin síntomas visibles, su impacto es devastador: cerca de 1,3 millones de muertos anuales, superando incluso al VIH, y un silencioso ejército de personas que ni siquiera sabe que convive con este virus.

¿Por qué este día? Porque el 28 de julio marca el nacimiento del doctor Baruch Blumberg, pionero que identificó el virus de la hepatitis B y dio vida a la vacuna que hoy salva incontables vidas. Su legado es la base sobre la que se construye una estrategia global para cambiar el rumbo de esta tragedia silenciosa; sin embargo, la lucha está lejos de ser ganada. Nueve de cada diez infectados ignoran su diagnóstico, y la falta de pruebas amplias y accesibles dilata una respuesta que podría prevenir cirrosis, cáncer de hígado y muertes evitables.

La OMS, junto con organismos multilaterales, sistemas sanitarios nacionales y organizaciones civiles, encabeza esta movilización internacional. Países como India, Argentina y Colombia se suman al esfuerzo para ampliar la vacunación y garantizar tratamientos efectivos, reconociendo que sólo a través de la acción coordinada se podrá frenar esta epidemia invisible.

El mensaje de este año, “Hepatitis: conozcámosla para combatirla”, es un recordatorio de que la ignorancia frente a esta enfermedad no es inocente. La invitación a hacerse la prueba, a informarse, y a exigir políticas de salud pública robustas es más urgente que nunca. La pregunta que queda flotando es si la respuesta global será capaz de cruzar el laberinto del estigma y la desigualdad, y realmente ofrecer a millones la oportunidad de vivir sin esta sombra persistente.

¿Podrá el mundo iluminar esta oscuridad y transformar conocimiento en vida? El desafío continúa, y las vidas esperan.

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