Disidencias de Iván Mordisco crean frente Andrés Patiño y anuncian que quien tenga relación con el ELN sufrirá represalias

📸 Cortesía: Colprensa
¿Nuevo rostro de la violencia en Cauca?

Este miércoles 2 de julio de 2025, un nuevo frente armado de las disidencias de las FARC irrumpió en la compleja geografía del sur del Cauca, anunciando un giro y una amenaza a la vez.

Bajo el mando de alias Iván Mordisco, las disidencias del Estado Mayor Central de las FARC declararon la creación del Frente Andrés Patiño. Este anuncio no fue meramente simbólico: los primeros enfrentamientos en La Carbonera, corregimiento del municipio de Bolívar, ya cobraron la vida de dos personas, entre ellas un menor de edad, según confirmó Maribel Perafán, secretaria de Gobierno del departamento.

El mensaje, difundido a través de redes sociales, se dirige a las comunidades de Bolívar, Sucre, Almaguer, La Vega, Rosas, La Sierra, San Sebastián y Santa Rosa, todos municipios del sur del Cauca. En él, se despliega no solo la presencia permanente de esta nueva estructura, sino también una advertencia directa y contundente. Quienes mantengan vínculos o simpatías con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) enfrentarán represalias. La acusación contra el ELN es clara: “atropellos” cometidos contra la población civil.

Pero detrás de la narrativa oficial de las disidencias, que afirman responder a un supuesto llamado de líderes comunitarios para acabar con esos mismos “atropellos”, se esconde una realidad menos benevolente. Diversos analistas y organizaciones sociales han rechazado esa lectura, señalando que esta maniobra busca consolidar el control territorial en una región históricamente asediada, principalmente, por intereses vinculados al narcotráfico. Leonardo González, director de Indepaz, lo afirmó con crudeza: las disidencias pretenden “imponer órdenes autoritarias a sangre y fuego, cooptar liderazgos, intimidar comunidades y suplantar instituciones legítimas”.

Así, el sur del Cauca vuelve a ser escenario de un pulso violento donde las comunidades, nuevamente, se enfrentan a un vacío institucional y a la sombra de nuevos grupos armados que prometen una “paz” solo entendida bajo la lógica de la imposición y la amenaza. ¿Qué futuro aguarda a una región donde la guerra se reinventa y las voces legítimas parecen ser las primeras en desaparecer? El tiempo empieza a dictar las respuestas, mientras las heridas apenas comienzan a cerrarse.

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