
Como si fuera un capítulo de la Ilíada, Cristian Abril se ha tenido que enfrentar a la burocracia de los sectores más complicados en el país. Un accidente laboral lo dejó sin una pierna, sin trabajo, con dificultades para transportarse y, por si fuera poco, con un culpable que no rinde cuentas.
Abril es un bogotano que trabajaba en el sector de ventas en Bogotá. Visitaba clientes y ganaba el mínimo más comisiones, por lo que, para apoyar sus ingresos, decidió usar parte de su tiempo libre en las noches y fines de semana para hacer domicilios en Rappi y Didi foods en su moto.
Esa moto que antes de septiembre usaba para trabajar, salir a dar paseos con su esposa y llevar a su hijo al colegio, lleva tres meses quieta. El 16 de diciembre a las 9 de la noche, mientras se dirigía a entregar un domicilio trabajando para Rappi, lo estrelló otro motociclista que iba a una alta velocidad, en contravía y en estado de embriaguez.
Los vecinos del sector lo auxiliaron pronto, pues el choque le fracturó la tibia y el peroné de la pierna derecha y lo hizo perder mucha sangre. Logró ser atendido de forma inmediata y fue trasladado a un centro de salud.
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Allí, sus familiares hablaron con la policía, ya que Cristian se encontraba aún muy delicado. Tanto, que tuvieron que hacerle transfusiones de sangre, pero luego los médicos decidieron que debían amputar su pierna.
Por su parte, el motociclista que lo dejó en ese estado buscó fugarse en el momento del impacto, pero otros motociclistas que vieron la escena lo persiguieron hasta detenerlo. Este solo tuvo lesiones leves en una de sus manos.
Un mes después, ya recuperado y en terapias de movilidad, empezó el trajín legal de Cristian en busca de justicia. Junto con su abogado fueron llevando a cabo el proceso judicial correspondiente a su caso.
Desde la Fiscalía les solicitaron varios documentos. Entre esos, le pidieron un registro de sus ingresos trabajando como domiciliario para cuadrar la cuota de indemnización. Con Didi no tuvo problema, pero Rappi no le daba respuesta, ni siquiera asistiendo de manera presencial a las sedes de la empresa en Bogotá.
Aquí es donde su historia comenzó a conocerse. El martes 7 de marzo Cristian se hizo viral en Twitter por manifestar la injusticia de que Rappi lo estuviera ignorando por más de un mes. Después de casi un millón de reproducciones, su tuit hizo efecto y Rappi lo contactó para enviarle los documentos.
Sr @RappiColombia tuve un accidente laborando con ustedes, ocasionando amputación de pierna. Hace +1mes pedí el historial de pedidos para el trámite de seguros. Aunque estoy incapacitado, me han hecho ir a su oficina y aun no brindan la info. ¿Les parece justo eso? #LoQueFaltaba pic.twitter.com/FQqBgb7tzL
— Cristian Abril (@c_abril_r) March 7, 2023
Actualmente, Cristian avanza su proceso legal. Dice que él sabe que no podrá recuperar su pierna, pero que por lo menos busca que se haga justicia. Justicia contra un joven de 23 años que combinó alcohol con gasolina y que había sacado su pase hace apenas seis meses. Según Cristian, la mejor justicia que puede haber es que, por lo menos, le quiten la licencia.
Bueno, ¿y Rappi?
Aunque para Cristian esta no es una pelea contra Rappi, se revive la discusión sobre por qué la empresa no se hace cargo de la salud de sus domiciliarios. Él reconoce que durante todo el proceso Rappi nunca le ofreció acompañamiento. Esto sumado a que no los vincula un contrato ni los afilia a ARL.
Sin embargo, por la gravedad de los resultados, la empresa se comunicó con Cristian para informarle que podía hacer uso de una póliza de asistencia médica o de seguro de vida con la que ellos cuentan. Él, sin embargo, no tenía idea de que podía contar con ella.
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La póliza cuenta con un saldo de 20 millones de pesos, según Cristian, pero para poder hacer uso efectivo de ella debe presentarle a Rappi un documento que certifique su invalidez. Un trámite más.
Cristian vive ahora con las presiones económicas de toda la asistencia médica y de encontrarse incapacitado y ver las dificultades de ejercer su trabajo en ventas de nuevo. Además, indica que sus problemas para transportarse en la ciudad son gigantes.
“En este momento no puedo montar en moto, me falta una pierna. La movilidad en Bogotá es muy complicada y solo puedo movilizarme en taxis, particulares o carros de plataforma. A pesar de esto, hay taxis que me ven en silla de ruedas y no me paran ni siquiera”, se lamenta.