
La Casa Blanca, mediante su Departamento de Defensa, aprobó este viernes, 7 de julio, un paquete de seguridad que será enviado a Ucrania bajo el recurso de asistencia militar. Esta asistencia, aunque se venía dando, tiene un elemento novedoso que no ha sido bien visto por países aliados y organizaciones internacionales de derechos humanos.
Dentro de esta lista de asistencia militar, Estados Unidos aprobó el envío de bombas de racimo, un armamento prohibido por más de cien naciones a nivel global y por el cual se creó una convención y tratado internacional para prohibir su uso. Por supuesto, ni Estados Unidos ni Ucrania ni Rusia se han suscrito a este tratado. La ONU ha recibido alegaciones de que Rusia las ha usado en algunas ocasiones en contra de poblaciones ucranianas.
El asunto con estas bombas, es que son armamentos de fragmentación que, antes de su impacto, despliega una cantidad mayor de bombas de forma indiscriminada que, por su alcance indefinido, suele afectar en su mayoría a población civil. El factor principal para su prohibición, es el hecho de que no afectan a un objetivo determinado y su distribución puede afectar por algunos cientos de metros a la redonda.
Ucrania ya ha utilizado este tipo de armamento en medio de la guerra que comenzó Rusia el pasado 24 de febrero de 2022, pero este había sido proporcionado por Turquía. El papel de Estados Unidos se centra en que Ucrania lleva meses presionando a la nación norteamericana para la distribución de estas armas.