El cine colombiano se tomó el SOFA 2025 con cuatro festivales dedicados al talento nacional

📸 Cortesía: SOFA
SOFA 2025: un encuentro que despereza el cine colombiano

Este 9 de octubre, Bogotá se convirtió en un escenario privilegiado para el cine nacional. En Corferias, durante cinco días, el Salón del Ocio y la Fantasía (SOFA) 2025 reunió a cuatro festivales emblemáticos del país en una apuesta inédita por visibilizar el talento audiovisual colombiano.

La conjunción de Bogoshorts, Anibia, Fantasmagoría y el Festival de Cine Experimental de Bogotá en la Sala Cinema no fue casual. Respaldada por el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC), esta iniciativa buscó algo más que exhibir: reunió en un solo espacio la formación, el diálogo y el encuentro entre cineastas emergentes y públicos jóvenes sedientos de nuevas voces. Cada festival trajo consigo una mirada particular: desde los cortometrajes de Bogoshorts, hasta la animación nacional de Anibia, pasando por el terror y la fantasía local según Fantasmagoría, y las fronteras rompedoras del cine experimental bogotano. Esta pluralidad híbrida extendió su diálogo hacia el pasado reciente con proyecciones emblemáticas, como “Pura sangre” (Luis Ospina, 1982) y “La Patasola” (Harold Trompetero y Paul Cataño, 2024), haciendo palpitar la historia del cine junto a sus futuros posibles.

Andrea Afanador, directora de Fomento Nacional de Proimágenes Colombia, resumió con sentido la trascendencia del evento: “Para nosotros es vital estar en este escenario que nos conecta con nuevas audiencias. Mostrarles la riqueza y diversidad del cine colombiano, invitarlos a descubrir una oferta fílmica que a menudo pasa desapercibida, y así abrir las puertas a futuros públicos para nuestras películas”.

Las cifras de asistencia, la intensidad del público y el interés suscitado hablan por sí solos. SOFA 2025 no solo fue un festival; fue un llamado a reactivar la conversación entre generaciones, a desatar la inquietud y a erosionar la distancia entre el cine nacional y su audiencia. En un país donde la pantalla suele estar dominada por producciones ajenas, este evento aventuró una interrogante: ¿podrá el cine colombiano capitalizar este espacio para romper el corsé del olvido y alcanzar una presencia cultural persistente?

Mientras el telón baja en Corferias, permanece la certeza de que el cine nacional está despierto, en movimiento y dispuesto a encontrarse con los ojos más críticos y más atentos —aquel vacío, ahora henchido de futuro.

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