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### ¿Riesgo invisible en tus uñas?
Una alerta silenciosa pero urgente sacude Colombia desde el 9 de septiembre de 2025. El Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) encendió las alarmas ante la presencia de sustancias químicas peligrosas en esmaltes semipermanentes que circulan libremente en el país.
Los compuestos en cuestión, Trimethylbenzoyl Diphenylphosphine Oxide (TPO) y N,N-dimetil-p-toluidina (DMPT), son fotoiniciadores que ayudan a endurecer el esmalte bajo luz ultravioleta. En Europa, sin embargo, han sido recientemente prohibidos desde el 1 de septiembre de 2025 por la Comisión Europea, debido a su potencial de causar irritaciones cutáneas, reacciones alérgicas y, en el caso de exposición prolongada, como la que sufren los manicuristas, una creciente sensibilización y riesgo para la salud. La decisión europea busca prevenir daños que ya empezaban a evidenciarse entre quienes manipulan estos productos a diario.
Colombia aún no registra efectos adversos confirmados ligados a estos químicos, pero el Invima no baja la guardia. La entidad reguladora insta tanto a consumidores como a profesionales del sector cosmético a vigilar con atención cualquier síntoma sospechoso, a suspender inmediatamente el uso de estos esmaltes y a reportar cualquier incidente tanto a los fabricantes como a la autoridad sanitaria. La alerta no solo revela una grieta en el control de calidad y vigilancia local, sino que también invita a una reflexión más amplia sobre los estándares y las importaciones en el mercado cosmético nacional.
¿Dónde quedan entonces la confianza y la seguridad? En un sector donde la belleza toca la piel día a día, la vigilancia debe ser constante y sin dilaciones. La historia europea marca un precedente; la pregunta que ahora flota es si Colombia podrá anticipar y mitigar riesgos en una industria creciente y demandante, o si dejará que el problema se arrastre hasta que el daño sea visible y más difícil de reparar.
Mientras tanto, las uñas hablan. ¿A qué precio? ¿Quién se hará cargo de cuidar esas manos que no solo embellecen, sino que trabajan y aspiran a un futuro saludable? El Invima juega su papel, pero las responsabilidades son compartidas. La salud del consumidor y el bienestar del manicurista no deberían ser un capítulo postergado en la agenda pública.
¿Seremos capaces de proteger lo que se ve y, sobre todo, lo que está detrás de la apariencia? El tiempo y la atención ciudadana trazan ese futuro incierto.