El continente más frío y seco del planeta, la Antártida, ha sido objeto de un acuerdo internacional significativo que busca preservar su ecosistema único y garantizar su uso pacífico.
Desde la firma del tratado antártico en diciembre de 1959, en Washington, 57 países se han comprometido a utilizar este remoto continente exclusivamente para fines científicos y pacíficos. El tratado, que entró en vigor en 1961, establece que la Antártida se mantendrá como un espacio dedicado a la investigación y la cooperación internacional, evitando cualquier actividad que pudiera alterar su delicado equilibrio ambiental.
Este acuerdo, respaldado por 12 países originales que ya investigaban en la región, ha sido crucial para proteger el entorno antártico, pero, con los años, otras naciones han aceptado y adoptado el tratado, reflejando el interés global en conservar el continente como laboratorio natural para el estudio del cambio climático y otros fenómenos científicos.

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Actualmente, 17 de las 29 partes consultivas, es decir, aquellos países con el derecho de tomar decisiones sobre el tratado, han llevado a cabo investigaciones en la Antártida, mientras que 28 partes no consultivas participan en las reuniones sin capacidad de decisión.
La Secretaría del Tratado Antártico destaca que el principal objetivo del acuerdo es asegurar que la región permanezca libre de conflictos y sea utilizada únicamente para la investigación científica.
