Embajador de la UE afirma que no pueden llenar el vacío de USAID

📸 Fuente: Wikimedia Commons
¿Quién rellena el vacío?

El julio de 2025, en Bogotá, el embajador de la Unión Europea en Colombia, Gilles Bertrand, lanzó una advertencia que pesa sobre el futuro de la cooperación internacional en el país. Con su mandato diplomático a punto de concluir, dejó claro que Europa no está en condiciones de suplir la ausencia de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), cuya retirada formal se produjo en febrero de ese mismo año.

La decisión de USAID de cesar su operación en Colombia no es un mero cambio administrativo; simboliza el retiro de cerca del 70% de los recursos internacionales destinados a proyectos cruciales, que en 2024 significaron alrededor de 400 millones de dólares. Estos fondos impactaban programas de prevención, justicia, y desarrollo rural, pilares fundamentales para la implementación del Acuerdo de Paz y la consolidación estatal en regiones que durante años han estado marcadas por la violencia y la ausencia institucional.

Bertrand no oculta la dimensión del problema: “USAID representaba un 70% de la cooperación que recibía el país. La respuesta corta es no, no podemos [llenar ese vacío]”. Sin embargo, lejos de caer en el pesimismo, el diplomático francés invita a mirar con una perspectiva diferente: una oportunidad para que Colombia fortalezca un modelo propio de desarrollo, que no dependa exclusivamente de la cooperación externa, sino que potencie la atracción de inversiones y afiancemos la coordinación de la ayuda humanitaria.

Pero el llamado va más allá de la mera exhortación: insta al Estado colombiano a robustecer sus capacidades internas y a mejorar la coordinación institucional. En particular, señala que es urgente enfrentar los desafíos sociales y de seguridad que persisten en las zonas rurales, donde la violencia y las economías ilegales siguen arraigadas. Mientras tanto, la Unión Europea mantiene su compromiso con áreas críticas como el cambio climático y la transición hacia energías verdes, aunque admite que sus esfuerzos no alcanzan para cubrir el gigantesco hueco dejado por la salida estadounidense.

La incertidumbre persiste: ¿logrará Colombia transformarse desde su interior para paliar la ausencia de USAID? La respuesta no es sencilla. Lo que queda claro es que la cooperación internacional, por sí sola, no podrá ni debe ser el sostén único del desarrollo y la paz en un país que demanda no solo apoyo externo, sino un salto profundo hacia la autonomía y la cohesión institucional.

¿Puede la agenda local emerger con fuerza en este nuevo escenario? La respuesta está en manos de quienes decidan escuchar este llamado y actuar con la urgencia y la visión que la historia reclama.

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