Foto: Prensa Popular
Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua y esposa de Daniel Ortega, llevó a cabo una acción administrativa irregular que ayudaría al régimen sandinista a tener más control sobre las instituciones nicaragüenses y los ciudadanos opositores a la dictadura. Murillo se autoproclamó como la nueva jefa de la Corte Suprema de Justicia.

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El movimiento de Murillo al poder de esta entidad fue facilitado por la Asamblea Nacional de Nicaragua, destituyendo a sus miembros activos bajo el pretexto de haber incurrido en crímenes de corrupción. Este acto de persecución permite a la primera dama del régimen controlar la alta corte.
Ahora el régimen controla los tres poderes más importantes de la nación, además del ejecutivo: el Ejército, la Policía y ahora el poder Judicial. Esta decisión llevó consigo un despliegue policial en esta entidad del Estado, algo que no ocurría hace años en una institución tan importante.
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Varios de los magistrados y altos cargos del órgano judicial presentan una persecución política por parte del régimen sandinista que, hasta el momento, ha dejado a cientos de exiliados en el exterior.
Hasta el momento, Murillo aún no asume el poder de la alta Corte por cargo administrativo, pero es una situación ya establecida que el control le pertenece y, a su vez, a Ortega. Esta posesión de Murillo podría ser un encargo del mismo Ortega, quien le estaría concediendo varios poderes y autoridades debido a su edad y presuntos problemas de salud, para que ella y el partido Sandinista continúen establecidos en el poder.