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¿Magnicidio en democracia?
En la mañana del miércoles 13 de agosto de 2025, el Congreso de la República se convirtió en testigo de un duelo colectivo y silente, marcado por la ausencia de su protagonista más esperado: el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Fue Gabriel Vallejo, director del partido Centro Democrático, quien leyó un mensaje que caló hondo, enviado desde la prisión domiciliaria donde Uribe cumple una medida judicial. La razón: la partida del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, asesinado el pasado 11 de agosto tras dos meses de agonía luego de un atentado ocurrido en Bogotá.
El homenaje se desarrolló bajo un manto de estrictas medidas de seguridad que trataban de contener no solo el dolor, sino también la incertidumbre que envuelve su muerte. Desde el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, donde la cámara ardiente recibió a familiares, colegas y dirigentes políticos, hasta la solemnidad de la Catedral Primada de Bogotá, el ritual mostró la dimensión política y humana de la tragedia. La presencia de la vicepresidenta Francia Márquez, acompañada por miembros del equipo político de Uribe Turbay y delegados internacionales, puso de manifiesto el carácter nacional e incluso global del eco de esta pérdida.
“Nos quitaron al joven estudioso, de carácter firme… al gran esposo, padre, hermano e hijo”, dijo Uribe Vélez en su mensaje, denunciando sin rodeos un “magnicidio” que “sacrificó el árbol fresco del Jardín de la Democracia”. Su voz, aunque lejos del recinto, exigió a las Fuerzas Armadas colombianas y a gobiernos aliados, como Estados Unidos, Reino Unido e Israel, una cooperación decidida para “esclarecer tanto la autoría material como intelectual” y que “no quede este crimen impune, como sucedió con Álvaro Gómez Hurtado”.
El asesinato de Uribe Turbay no solo abre heridas por la pérdida de una figura emergente y prometedora, sino que también despliega una sombra de inquietud sobre los mecanismos de protección y justicia en nuestro país. La pregunta permanece en el aire: ¿Qué fuerzas oscuras continúan erosionando la democracia desde sus entrañas? Mientras la urna descansa en el Cementerio Central, el país se pregunta si podrá alguna vez hallar respuestas claras y justicia sin sombras.