Este es Miguel Uribe. El hijo de la violencia que quiere ser presidente.

Disparo a la esperanza

Una noche que pretendía ser de alianzas, terminó bañada en incertidumbre.

El sábado 7 de junio de 2025, en el barrio Modelia de Bogotá, el senador colombiano y precandidato presidencial por el partido Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, fue víctima de un atentado que lo dejó gravemente herido. Dos disparos en la cabeza durante un mitin político nublaron la promesa de un futuro político que él representaba.

Urbita, un joven político marcado por la tragedia desde sus raíces —su madre, la reconocida periodista Diana Turbay, cayó en manos de la violencia narcotraficante en 1991—, hoy lucha por su vida en la Fundación Santa Fe de Bogotá. El ataque ocurrió en plena función de campaña, cuando hablaba a decenas de seguidores en un pequeño parque del occidente de la capital.

La Policía confirmó que el responsable del ataque es un menor de 15 años, quien fue capturado instantes después tras resultar herido en la pierna durante su fuga. Imágenes y testimonios recabados registran con cruda nitidez el instante en que Uribe queda en el blanco mientras pronuncia sus palabras ante una multitud expectante.

Este suceso revive dolorosas heridas en la memoria colectiva colombiana. No solo por la referencia inevitable a Diana Turbay, sino también por el recuerdo del asesinato de Luis Carlos Galán en 1989, figura susurrada en la sombra del actual alcalde, Carlos Fernando Galán, quien ahora se enfrenta a la gestión de esta crisis.

Las autoridades respondieron con rapidez: el presidente Gustavo Petro suspendió su viaje a Francia para convocar una reunión de seguridad con mandos policiales y militares, en la cual también participó el alcalde Galán. La Fiscalía General anunció que imputará al menor por tentativa de homicidio y porte ilegal de armas. Sin embargo, la razón detrás de este atentado, y el contexto que llevó a un joven de apenas 15 años a disparar contra un político, permanecen velados en la incertidumbre.

Mientras las heridas físicas y políticas se intentan sanar, la sociedad colombiana queda suspendida en la pregunta: ¿cómo reconciliar un presente marcado por la violencia política y el reclamo urgente de paz? La sombra alargada de la historia se cierne de nuevo sobre el futuro.

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