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¿Colombia, fuera de juego en la guerra antidrogas?
Este lunes 15 de septiembre de 2025, Estados Unidos anunció la desercertificación de Colombia en la lucha contra las drogas, un golpe que sacude la ya frágil relación bilateral y pone en jaque la estrategia del gobierno de Gustavo Petro.
La decisión fue oficializada por la administración de Donald Trump a través del Departamento de Estado, tras constatar que, en el último año, el país sudamericano incumplió sus compromisos internacionales en el control de narcóticos. Los datos son contundentes: un aumento histórico en los cultivos de coca y en la producción de cocaína, cifras que no solo reflejan un problema de política pública, sino también de liderazgo político. La crítica no se limita a los números, sino que apunta a que los intentos de negociar con grupos armados ilegales han profundizado la crisis. A pesar del severo reproche, Washington ha otorgado una exención para mantener la cooperación bilateral, evitando sanciones inmediatas pero dejando claro que las expectativas son altas y los plazos, cortos.
El memorando presidencial, que cada año evalúa a cerca de veinte países desde 1986, condiciona la ayuda internacional a resultados tangibles. Este 2025, la responsabilidad recayó directamente sobre Petro, señalando que los planes de erradicación y control han fracasado. No obstante, se reconocen los esfuerzos de las fuerzas de seguridad y el sector judicial, cuya labor ha sido valorada por Estados Unidos pese al contexto adverso. La exigencia está planteada: progresos rápidos y verificables, sobre todo en la reducción de cultivos ilícitos y la cooperación judicial, serán determinantes para revertir esta situación en septiembre de 2026.
Desde Palacio, Gustavo Petro respondió con contundencia a las acusaciones. En un mensaje a la nación, rechazó categóricamente las críticas y calificó la desercertificación como una medida injusta que no comprende la complejidad del drama social y armado que vive Colombia. Denunció que el enfoque estadounidense perpetúa un modelo que no ha logrado detener el narcotráfico y aseguró que su gobierno continúa comprometido con políticas integrales para atacar las raíces del problema.
Esta resolución vuelve a destapar viejas heridas y abre interrogantes complejos: ¿podrá Colombia reconciliar sus divergencias con Estados Unidos y ofrecer resultados concretos? ¿Será posible avanzar hacia una estrategia antidrogas que incluya no solo la coerción, sino también la justicia social y la reconciliación? Mientras tanto, la sombra de la desercertificación envuelve un país que busca respuestas en medio de una encrucijada histórica.