📸 Imagen cortesía D.R.A
## Fabio Castillo: la voz valiente que no silenciaron los narcos
Un eco que no se apaga.
Bogotá, 28 de octubre de 2025. Fabio Castillo, periodista emblemático y guardián incansable de la verdad frente al narcotráfico en Colombia, falleció dejando tras de sí un vacío difícil de llenar.
Desde 1979, cuando con apenas 20 años ingresó a *El Espectador*, Fabio no solo ejerció el periodismo: lo vivió como una lucha constante. Su pluma, pulida por años de rigor documental, fue una lente crítica sobre el entramado oscuro del narcotráfico y la corrupción. Su entrada coincidió con un país en convulsión, donde los carteles empezaban a tejer redes que pretendían silenciar con violencia. Trabajó codo a codo con Guillermo Cano Isaza, entonces director del diario, cuya muerte a manos del cartel de Medellín en 1986 estremeció al país. Castillo guardó la fidelidad de un periodista sin rostro, prefiriendo el anonimato porque sabía que su misión estaba en la denuncia, no en la fama.
Recordar 1983 es evocar una ruptura en la narrativa oficial. Junto a Luis de Castro, Castillo desentrañó con documentos fehacientes la historia oculta de Pablo Escobar como congresista con vínculos directos al narcotráfico. Fue un golpe directo a un poder que parecía intocable, y un punto de inflexión para el periodismo de investigación en Colombia. “Nunca firmaba mis textos; el protagonismo pertenecía al informe especial”, solía decir, consciente del peligro que enfrentaba y de la fuerza colectiva necesaria para hacer visible lo invisible.
En 1987, en plena tormenta, publicó *Los jinetes de la cocaína*, obra pionera que desnudó la economía y los hilos políticos del cartel de Cali, abriendo una brecha en la crónica oficial y en la memoria colectiva. Su palabra fue resistente frente al silencio impuesto y su legado un testimonio imprescindible para entender el poder y la violencia que marcaron una era.
¿Qué queda ahora, con su partida? Un periodismo que recuerda el valor de la verdad sin máscaras; la herida abierta de la sociedad colombiana que aún busca justicia frente a las sombras del narcotráfico. La muerte de Fabio Castillo no es solo la pérdida de un reportero; es el cierre de un capítulo de valentía y compromiso irreductible. ¿Será suficiente para que las nuevas generaciones mantengan viva la llama que él encendió?
Mientras tanto, queda su palabra, un faro entre la incertidumbre y la esperanza, para quienes aún creen que contar la verdad es el acto más revolucionario que existe.


