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[INVASIÓN EN LA SOMBRA]
Una mujer disfrazada de oficial
En Bogotá y Cundinamarca, entre octubre de 2024 y abril de 2025, una civil se infiltró en el corazón de la inteligencia y las operaciones militares más delicadas. Luisa Fernanda Salgado Fernández, con falsas credenciales y acompañada por dos militares activos, logró asistir a reuniones estratégicas que, en principio, estaban reservadas para mandos superiores del Ejército.
Según la Fiscalía General de la Nación, Salgado Fernández usurpó el cargo de capitán de inteligencia del Batallón de Fuerzas Urbanas No. 5, conocido como BAFUR 5. Durante esos meses, participó en al menos 36 encuentros y operativos, que involucraron a entidades como el Gaula, la Fiscalía, la Policía Nacional, la Fuerza Aérea y la Secretaría Distrital de Seguridad. Su presencia abarcó desde juntas de planificación interinstitucional hasta allanamientos en barrios como El Refugio y La Sabana.
Esta audaz maniobra no habría sido posible sin la complicidad del mayor Pedronel Jiménez Cárdenas, entonces comandante del BAFUR 5 y encargado de la seguridad intermedia de la Presidencia, así como del sargento segundo Cristian Padilla Villanueva. Ambos uniformados avalaron su participación y le facilitaron el acceso a escenarios de alta confidencialidad. La red de engaño se desmoronó el pasado 19 de septiembre de 2025, cuando fueron capturados en operativos policiales tras detectarse el uso de las credenciales amañadas.
El alcance de la intrusión es preocupante: además de suplantar un rango militar, Salgado Fernández accedió a información clasificada, fotografías aéreas, planes secretos, y detalles sobre investigaciones en curso, incluidos los movimientos contra la poderosa red criminal Tren de Aragua y esquemas de protección de funcionarios de alto nivel. La Fiscalía advierte que parte de esta data habría sido utilizada para ejecutar diligencias que ahora se investigan, abriendo una profunda brecha en la seguridad nacional y dejando una pregunta inquietante: ¿cómo pudo una civil burlar los sistemas diseñados para evitar justamente esta clase de infiltraciones?
Mientras las autoridades tratan de esclarecer el alcance de este caso, queda un vacío de confianza y una herida abierta en la estructura castrense. La ciudadanía vigila con expectación y cierta inquietud, preguntándose cuántas capas de seguridad han sido erosionadas en esta crisis silenciosa. ¿Podrá el Ejército y la justicia reconstruir la confianza y garantizar que hechos como este no se repitan? Por ahora, el enigma persiste, tan complejo como la sombra donde se ocultó una infiltrada.


