📸 Cortesía: Presidencia
¿Reconciliación en la encrucijada?
Este martes 8 de julio de 2025, el embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García-Peña, regresó a Washington tras cinco días en Bogotá. Fue una solicitud directa del presidente Gustavo Petro, en medio de una crisis diplomática que puso en entredicho la tradicional alianza entre ambos países.
La tensión se desató el 3 de julio, cuando Petro insinuó que altos funcionarios estadounidenses, incluyendo al secretario de Estado Marco Rubio y congresistas republicanos, estarían involucrados en una supuesta conspiración para desestabilizar su gobierno. La respuesta del gobierno estadounidense no se hizo esperar: retiró a su encargado de negocios en Bogotá, John McNamara. Frente a esta medida, Colombia llamó a consultas a García-Peña, evidenciando un brusco enfriamiento en las relaciones bilaterales.
Durante su estancia en Bogotá, García-Peña sostuvo reuniones decisivas con el presidente y la ex canciller Laura Sarabia, hoy al frente del Departamento Administrativo de la Presidencia. Allí se revisaron las piezas clave para recomponer el diálogo y apaciguar los ánimos. Petro aprovechó para enviar una carta formal a Donald Trump —expresidente estadounidense con influencia en sectores republicanos— donde suaviza sus palabras: reconoce que “es posible que algunas de mis palabras hayan sido percibidas como innecesariamente duras” y enfatiza que no pretendía acusar directamente al gobierno de Estados Unidos. La misiva apunta a restablecer los puentes antes que a profundizar las grietas.
Esta crisis diplomatico-política no surge en el vacío. Se inscribe en un contexto de desencuentros sobre política antidrogas y la situación en Venezuela, pero también refleja las fracturas internas en América Latina frente a la influencia estadounidense y el uso del lenguaje político para moldear alianzas y oposiciones. ¿Podrá el regreso de García-Peña a Washington marcar el inicio de una nueva etapa de diálogo y cooperación? El camino parece estrecho, pero la urgencia de evitar un distanciamiento mayor es evidente.
Mientras tanto, la ciudadanía observa expectante, consciente de que detrás de las palabras y cartas formales están las vidas y futuros de naciones en busca de estabilidad y respeto mutuo. ¿Será esta crisis una oportunidad para repensar las relaciones entre Colombia y Estados Unidos, o solo un capítulo pasajero de una historia siempre compleja?