Fiscalía tomará pruebas de ADN a trabajadores del colegio donde estudiaba Valeria Afanador

📸 Cortesía: ICBF
¿ADN de la verdad?

Un silencio que clama desde Cajicá.

Este viernes 5 de septiembre de 2025, la Fiscalía General de la Nación dio un paso decisivo en la investigación de la muerte de Valeria Afanador, la niña de 10 años cuyo cuerpo fue hallado el pasado 29 de agosto en las inmediaciones del río Frío, luego de 18 días de angustiosa búsqueda.

La Fiscalía anunció que someterá a pruebas de ADN a todos los trabajadores del Gimnasio Campestre Los Laureles, en Cajicá (Cundinamarca). Esta decisión, cargada de incertidumbre y esperanza, busca esclarecer si existe algún vínculo genético entre el personal de la institución y el material biológico encontrado en la menor o en el lugar donde su cuerpo fue hallado.

Las muestras serán recogidas por Medicina Legal, que avanza en la obtención de elementos biológicos del cuerpo de Valeria para confrontarlos con el ADN de los empleados del colegio. Julián Quintana, abogado de la familia Afanador, subraya la importancia de esta evidencia: “Estas pruebas científicas nos podrían dar luces frente a la participación de terceros en la escena, y por eso el ADN es fundamental en este momento”.

La conmoción se ha instalado con fuerza en la opinión pública. Valeria desapareció y fue hallada cerca de la institución educativa, lugar que fue objeto de múltiples inspecciones sin resultados durante la búsqueda. Este hecho ha provocado suspicacias respecto a las condiciones de seguridad del colegio, a posibles omisiones en los protocolos y a la responsabilidad que podrían tener sus directivos y trabajadores.

Un dictamen preliminar de Medicina Legal indicó que Valeria murió por ahogamiento, sin señal visible de violencia física o agresión sexual. Sin embargo, la Fiscalía mantiene abiertas diversas hipótesis: desde la actuación de un tercero hasta la negligencia institucional, buscando no dejar ninguna línea sin esclarecer.

Mientras la comunidad espera respuestas, la sombra de la incertidumbre sigue proyectándose sobre las autoridades y el Gimnasio Campestre Los Laureles. Esta exigencia de verdad es también un llamado a revisar las raíces profundas que permiten que tragedias como ésta no queden en el olvido ni en la impunidad.

¿Podrán estas pruebas de ADN disipar las dudas o solo levantarán nuevas interrogantes en torno a lo que realmente ocurrió con Valeria? La espera continúa, cargada de preguntas y ansias por justicia.

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