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¿Caza o convivencia? Florida reabre la temporada del oso negro tras una década en veda
La decisión despierta un debate abierto sobre fauna, seguridad y ética.
Este lunes 3 de junio de 2025, la Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Florida (FWC) anunció la reactivación de la caza deportiva del oso negro, prevista para diciembre de 2025, tras una veda que se extendió por diez años.
La temporada se habilitará del 6 al 28 de diciembre, pero solo en áreas con alta concentración de osos. Se han asignado 187 permisos mediante sorteo, con una restricción clara: un oso por cazador y prohibición absoluta para hembras con crías y ejemplares juveniles. La medida responde a un crecimiento significativo de la población, estimada en 4.000 ejemplares en el estado, y la consecuente mayor interacción entre osos y comunidades humanas.
Este auge poblacional ha traslado a la especie hacia espacios urbanos, donde los osos merodean patios, abren basureros y ocasionalmente irrumpen en parques infantiles. Para Ottice Amison, comisionada del Condado de Franklin, la convivencia está complicada: “La frecuencia y severidad de estos encuentros no hacen más que aumentar. Muchos residentes ya no los ven como parte del entorno natural, sino como una amenaza” —expresa con preocupación.
El debate alcanzó su punto más alto a raíz del primer ataque mortal registrado en mayo de 2025: un hombre de 89 años y su perro perdieron la vida en el condado de Collier. Aunque los expertos insisten en que estos episodios son “extremadamente raros”, el incidente ha sido capitalizado para justificar la reactivación de la caza como método de control poblacional.
Sin embargo, la medida no ha sido bienvenida por todos. Grupos ambientalistas y organizaciones dedicadas a la defensa de la fauna denuncian un retroceso en los esfuerzos de conservación y advierten sobre los riesgos de normalizar la violencia contra una especie que aún enfrenta amenazas. Para estos colectivos, la recuperación se debería gestionar con estrategias no letales.
La Fiscalía y autoridades locales han insistido en que la caza estará estrictamente regulada y limitada a zonas específicas, buscando minimizar los impactos negativos. Pero la incertidumbre persiste entre la ciudadanía y ha abierto un diálogo necesario sobre cómo convivir con la vida silvestre que se acerca cada vez más a las ciudades.
¿Será la caza deportiva la solución definitiva o un paso atrás ante los desafíos de preservar la biodiversidad en un mundo cada vez más urbanizado? La respuesta sigue abierta mientras diciembre se acerca.