Frisby España responde a Colombia

📸 Cortesía redes sociales / Charles Dupont /: www.frisby.es / D.R.A.
Frisby España en pausa: ¿Una batalla legal que divide continentes?

En la mañana del 7 de junio de 2025, desde Madrid, la disputa que opone a la emblemática firma colombiana Frisby con su homónima española abrió un nuevo capítulo de incertidumbre y tensión. Charles Dupont, portavoz de Frisby España, se dirigió a la opinión pública para justificar la controversia que sacude a ambas naciones: el uso del nombre y la imagen de una marca fundada hace más de cuatro décadas en Pereira, Colombia, que ahora enfrenta una expansión europea impedida por los tribunales.

Lo que comenzó como una sospecha de apropiación indebida se ha transformado en un pulso legal donde las fronteras y las leyes de propiedad intelectual se cruzan. Dupont explicó ante medios como La W y Semana que Frisby España sostiene una posición firme: “No hemos robado nada. Conocía la existencia de Frisby Colombia fuera de la Unión Europea y sabía que no querían expandirse a Europa”. Su argumento se basa en que la marca colombiana no habría tenido actividad efectiva en el continente europeo en los últimos cinco años, una ventana legal que, según Dupont, valida el registro de la marca en España y permite impugnar el colombiano.

Pero no es solo un duelo de abogados. Tras la polémica, Frisby España anunció la suspensión temporal de su programa de expansión y franquicias. “Debido a la situación actual relacionada con el uso de la marca, y a pesar del gran número de solicitudes e intereses recibidos, hemos tomado la decisión de suspender temporalmente las nuevas adhesiones al programa de franquicias”, comunicó la empresa. Una medida que revela la fragilidad de un proyecto detenido por fuerzas externas, dejando en vilo a posibles franquiciados y consumidores.

El portavoz no esquivó la tensión cultural: “No les gusta a los colombianos, pero es publicidad para nosotros”. Una frase que encapsula un choque más profundo, una disputa donde lo legal roza con la identidad y la memoria colectiva. El nombre Frisby, cargado de historia en Colombia, se enfrenta a una reinterpretación y disputa que va más allá de la simple marca comercial.

Así, quiénes observan este conflicto desde ambos lados del Atlántico se preguntan: ¿podrá la justicia europea esclarecer este enredo entre propiedad, derecho y sentimiento? ¿O quedará el conflicto atrapado en una disputa que, de momento, suspende el crecimiento y deja un vacío de certezas? A finales de 2025, si la balanza se inclina hacia España, podría abrirse la primera puerta física de Frisby en Europa. Pero hasta entonces, la incertidumbre continúa y la sombra de la disputa pesa sobre una marca cuyo valor trasciende un simple logo.

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