Dos días de angustia y un rescate que activó todas las alarmas.
El pasado 9 de junio, en Medellín, un bebé de apenas 10 meses fue finalmente recuperado tras haber sido raptado el 7 de junio en Sabaneta, Antioquia. El pequeño, víctima de una trama que vulneró su seguridad y sacudió la tranquilidad de una madre, fue hallado gracias a la astucia y coordinación conjunta entre el Gaula de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá y la Policía de Infancia y Adolescencia.
Este caso no solo contó con la recuperación física del bebé, sino también con la detección de irregularidades en la documentación que presentaban quienes intentaban pasar por sus progenitores. Fue el personal médico de un hospital en el centro de Medellín quien, sospechando de un registro civil falso, alertó a las autoridades y desencadenó la captura inmediata.
La historia detrás del rapto se traza en redes sociales, donde la presunta responsable, una mujer de 22 años, tejió un vínculo de confianza con la madre biológica. Con astucia, logró salir con el bebé varias veces antes de llevar a cabo el secuestro. Acompañada por un hombre de 28 años, ambos intentaron sustentar una mentira basada en la suplantación de identidad que finalmente se desmoronó en el hospital.
El motivo se enreda en una mentira mayor: la mujer había simulado un embarazo frente a su pareja y, tras perder la guarda de otro niño que había adoptado fuera de los canales legales, decidió apropiarse del bebé para sostener esa ficción y aferrarse a una relación construida en engaños. Esta verdad sacudió el caso y llevó a que ambos fueran imputados por secuestro simple, con la mujer como principal responsable, privada de la libertad bajo medida precautoria.
El bebé, por su parte, permanece bajo el amparo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, recibiendo no solo atención médica sino también apoyo psicosocial esencial para mitigar el impacto de la experiencia vivida. La policía extendió un llamado a la sociedad para denunciar cualquier amenaza contra la infancia a través de las líneas 123 o 165 del GAULA, recordando que cada escucha puede ser un paso para evitar tragedias.
Este caso, cerrado con éxito pero abierto en los corazones de quienes saben que detrás de un rescate hay vidas que necesitan ser reconstruidas, invita a preguntarse: ¿cómo proteger la inocencia cuando las mentiras se cuelan en el hogar? A partir de aquí, el llamado es claro, porque salvar a un niño es también salvar la esperanza de un tejido social que a veces se deshila.