
Roberta Bell, quien se había desempeñado durante ocho años como guardia en las cárceles de Estados Unidos, fue despedida de su trabajo por aceptar cuidar del bebé de una mujer reclusa en la cárcel de Louisiana.
Katie Bourgeois, la mujer privada de la libertad, en medio de su desesperación por encontrar a alguien que evitara que su bebé fuese entregado a los Servicios de Protección Infantil, decidió confiar en Roberta.
La guardia de prisión, preocupada por actuar de manera adecuada, consultó a los directivos de la prisión, pero no obtuvo respuesta. Cuando finalmente afirmó que cuidaría al bebé y entregó sus datos a Katie, fue despedida bajo el argumento de compartir información personal con los reclusos.
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Pese al despido, Roberta cumplió su promesa y cuidó al pequeño Cayson durante dos meses hasta que Katie cumplió su condena por cargos de drogas. Luego, ofreció vivienda y comida a Katie para que pudiera empezar de nuevo.