📸 Imagen cortesĂa: AlcaldĂa San Juan de Urabá
ÂżGuerra hĂbrida en Valle del Cauca?
Vibrante y tensa, la mañana del sábado 27 de septiembre de 2025 en Palmira fue escenario de un pronunciamiento que desnuda la crudeza de una región en estado de alerta.
El ministro de Defensa de Colombia, Pedro Sánchez, describiĂł el Valle del Cauca como epicentro de una “guerra hĂbrida”, una conjunciĂłn letal de economĂas ilegales entre narcotráfico, minerĂa ilĂcita y contrabando. En medio de un consejo de seguridad, el alto funcionario presentĂł un plan de choque para frenar la escalada de violencia que azota municipios estratĂ©gicos como Pradera, Florida, Candelaria, Palmira y la capital regional, Cali.
El trasfondo de esta crisis se halla en la convergencia de actores armados que disputan territorios y rutas para su beneficio. Sánchez advirtiĂł que no se trata solo del narcotráfico clásico, sino de un entramado complejo que incluye microtráfico, minerĂa ilegal y contrabando. Las bandas locales se mezclan con disidencias de las FARC, el ELN, el EjĂ©rcito Gaitanista, y carteles extranjeros provenientes de MĂ©xico y Venezuela. Organizaciones criminales regionales como los Shottas, Espartanos y La Inmaculada añaden una capa más al conflicto que, como señala la DefensorĂa del Pueblo en su Alerta Temprana Estructural 012-2025, mantiene a la poblaciĂłn “en estado de vulnerabilidad constante”.
El documento oficial subraya cĂłmo la disputa no solo afecta la seguridad general, sino que erosiona el tejido social, afectando directamente a lĂderes sociales, comunidades Ă©tnicas, jĂłvenes, mujeres y migrantes. Estos grupos, a menudo invisibilizados en las grandes narrativas, padecen las consecuencias más duras de un conflicto que dilata la esperanza de paz.
Frente a este escenario, el Gobierno intenta contener la tormenta mediante un despliegue estratégico que combina recursos militares, policiales y sociales. Sin embargo, la pregunta permanece: ¿será suficiente un plan de choque para enfrentar un problema tan enraizado y complejo?
Esta guerra hĂbrida en el Valle del Cauca no es solo un problema de seguridad pĂşblica. Es un espejo que refleja la fragilidad institucional y la persistente sombra de la ilegalidad sobre amplias regiones del paĂs. La ciudadanĂa espera que este nuevo esfuerzo no se diluya en la misma incertidumbre que han marcado años de violencia. ÂżPodrá el Estado, despuĂ©s de tantas advertencias, avanzar hacia una soluciĂłn que calme finalmente este territorio convulso?