La hepatitis A es una inflamación del hígado debida al virus de la hepatitis A, VHA, que se propaga principalmente cuando una persona no infectada ingiere agua o algún alimento contaminado por heces de una persona infectada.
Según la OMS, la enfermedad está asociada al consumo de agua y alimentos insalubres, el saneamiento deficiente, la mala higiene personal y el sexo bucoanal.

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Síntomas:
Los síntomas van de moderados a graves y pueden incluir fiebre, molestar, perdida de apetito, diarrea, náuseas, molestias abdominales, coloración oscura de la orina, y coloración amarillenta de la piel y ojos. Los infectados no siempre presentan todos esos síntomas.
El periodo de incubación de la hepatitis A suele ser de entre 14 y 28 días.
Los adultos presentan signos y síntomas con mayor frecuencia que los niños. De hecho, la gravedad y la mortalidad de la enfermedad aumentan con la edad.
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Diagnóstico:
El diagnóstico concreto se establece mediante la detección en la sangre de anticuerpos dirigidos específicamente contra el VHA.
Otra prueba utilizada es la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscripción para detectar el ARN del virus de la hepatitis A, aunque normalmente se realiza solo en laboratorios especializados.
Prevención:
La mejora del saneamiento, la inocuidad de los alimentos y la vacunación son las medidas más eficaces para combatir la hepatitis A.
La propagación de la hepatitis A puede reducirse mediante:
- Un abastecimiento adecuado de agua potable salubre;
- La correcta eliminación de las aguas residuales de la comunidad, y
- Prácticas de higiene personal, como lavarse regularmente las manos antes de comer y después de ir al baño.