Foto: Stella Assange
El periodista australiano Julian Assange podría ver su vida terminar este miércoles, día final de la audiencia que definirá si Reino Unido decide extraditarlo a Estados Unidos o no. Tras haber publicado documentos clasificados sobre la guerra en Irak y Afganistán, EE. UU. acusó a Assange de espionaje, condenándolo por cargos de hasta 175 años de prisión.
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En 2012, Assange pidió asilo político en la Embajada de Ecuador en Londres, en donde fue recibido hasta 2019, cuando fue requerido por las autoridades británicas para ser judicializado. Desde entonces, el fundador del portal WikiLeaks ha sostenido su defensa, argumentando que la solicitud de extradición por parte de Estados Unidos corresponde a fines políticos.
Fue hace cinco años que Estados Unidos realizó la primera petición de extradición contra Assange, aunque este logró hacer que la orden fuera desestimada en dos oportunidades. Esta vez, sin embargo, podrá ser el fin de esta “persecución” legal, al no tener más recursos de apelación ante esta petición de extradición.
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Assange ha argumentado que el trabajo de WikiLeaks es completamente periodístico, para liberar la información de las acciones cometidas por Estados Unidos en naciones extranjeras, lo que para este país es una acusación de espionaje. Además, las autoridades estadounidenses argumentan que esta plataforma habría recibido esta información por medio de piratas informáticos, incurriendo en actos criminales, aunque Assange y WikiLeaks aseguraron que todas las informaciones publicadas fueron recibidas por medio de filtraciones.
Los defensores del periodista australiano rechazan las acusaciones en su contra argumentando que estas constituyen violaciones a la libertad de prensa, sentando un mal precedente para las prácticas periodísticas que utilicen documentos clasificados de Gobiernos.