📸 Imagen cortesía: Captura de pantalla. Tomada del aplicativo Ventusky
¿El huracán del siglo en Jamaica?
El martes 28 de octubre de 2025, en la tarde colombiana, Jamaica enfrentó el feroz embate del huracán Melissa. Categoría 5, el nivel máximo en la escala Saffir-Simpson, tocó tierra en el suroeste, cerca de New Hope, con vientos sostenidos que alcanzaron unos devastadores 280 km/h. Un fenómeno que amenaza con dejar una estela de destrucción catastrófica en infraestructura, viviendas y comunidades costeras, mientras las autoridades levantan la alerta máxima y activan el sistema nacional de emergencias.
Melissa no llegó imprevisto, pero sí con una fuerza que asombra. En cuestión de horas, una tormenta tropical se transformó en un ciclón brutal, potenciado por aguas cálidas que alimentaron su intensidad sin precedentes. El Centro Nacional de Huracanes y la Organización Meteorológica Mundial advierten que esta combinación de vientos extremos, lluvias torrenciales y una marejada ciclónica que puede alcanzar hasta cuatro metros podría desencadenar “la peor tormenta del siglo” en la isla. Las primeras mediciones hablan de lluvias superiores a 700 mm, llegando a superar los 1.000 mm en áreas montañosas, un volumen de agua que genera un riesgo insoportable.
El efecto inmediato fue la evacuación obligatoria de miles de habitantes de las zonas más vulnerables del sur y oeste jamaicano. La Cruz Roja estima que hasta 1,5 millones de personas —casi la mitad de la población nacional— podrían sufrir impactos severos. Más de 800 refugios fueron abiertos para atender a quienes debieron abandonar sus hogares. Sin embargo, la destrucción ha comenzado: redes eléctricas y de telecomunicaciones se han visto colapsadas, dejando cerca de 50.000 personas sin luz y aislando comunidades enteras, ingredientes que complican aún más la respuesta ante la emergencia.
Más allá de los números, queda un panorama sombrío. La rapidez con la que Melissa alcanzó esta potencia recuerda la vulnerabilidad creciente de las islas caribeñas ante el cambio climático y las aguas cada vez más cálidas. El dramático escenario plantea una pregunta esencial: ¿estará Jamaica preparada para superar este fuerza titánica sin que el dolor colectivo se profundice? Mientras tanto, la isla resiste la embestida, y el mundo observa, atravesado por la incertidumbre de lo que queda por venir.
