Hurtos, extorsiones y violencia intrafamiliar registran caídas significativas en Medellín

📸 Imagen cortesía Acaldía de Medellín
Medellín respira, pero no sin cicatrices

Este miércoles 11 de julio de 2025, en Medellín, un balance oficial revela una ciudad en movimiento: menos robos y extorsiones, pero con heridas que aún laten.

Durante los primeros siete meses del año, la capital antioqueña ha vivido una caída histórica en delitos que afectan la cotidianidad. El hurto a personas cedió un 36 %, mientras que los atracos en vía pública disminuyeron casi a la mitad, con un 43 % menos que en 2024. Comercios, otrora blancos frecuentes, han visto sus pérdidas bajar un contundente 76 %. La violencia en los hogares, esa sombra que muchas veces queda oculta, se redujo un 7 %. Y la extorsión, un flagelo que atormenta especialmente a pequeños empresarios y ciudadanos, cayó un 23 %, según informaron las autoridades locales.

¿Quién está detrás de este cambio? La Alcaldía de Medellín, en alianza con la Policía Metropolitana, la Fiscalía y Migración Colombia, han tejido una estrategia integral diseñada para interrumpir las redes del delito. Manuel Villa Mejía, Secretario de Seguridad y Convivencia, lo resume con firmeza: “Estos resultados son el reflejo de decisiones firmes, inteligencia criminal y control territorial. Medellín no le da tregua al delito”.

Sin embargo, no todo es razón para celebrar. La cifra de homicidios ha aumentado un preocupante 14 % respecto al año pasado, sumando 182 muertes violentas hasta esta fecha. Un fenómeno atribuido a peleas internas entre bandas criminales, muchas conformadas por grupos extranjeros que operan en sectores del nororiente y el centro de la ciudad, aumentando la volatilidad de la seguridad pública.

El drama también se extiende a la esfera de la violencia sexual y familiar, donde 111 personas han sido capturadas por agresiones y explotación, en un combate que involucra a colombianos y extranjeros por igual. Estas cifras reflejan la dificultad de erradicar patrones de violencia más profundos y enraizados.

Así, Medellín parece avanzar con pasos firmes hacia una seguridad más sólida, aunque la violencia letal y los abusos en lo privado aún retan a las autoridades y a la sociedad. ¿Será posible mantener el control sin descuidar el tejido social que sostiene a una ciudad en constante transformación? Por ahora, el reto sigue abierto.

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