Interrupción de acueducto esta semana en el Valle de Aburrá: consulte si su zona está afectada

📸 Cortesía: EPM
Interrupciones que sequían el Valle: el agua a la espera

La espera es líquida y paciente.

Este martes 10 de junio, la cotidianidad de más de 24 mil habitantes del **Valle de Aburrá** se verá alterada por cortes programados en el servicio de **acueducto**. Empresas Públicas de Medellín (EPM) anunció que durante esta semana se ejecutarán trabajos de mantenimiento y modernización en la red, impactando barrios de **Medellín** y **Bello**.

Desde las 9:00 p.m. del martes y hasta las 4:00 a.m. del miércoles 11, usuarios del circuito **Cucaracho** —11.548 personas distribuidas en Santa Margarita, Olaya Herrera, Juan XXIII – La Quiebra, Cucaracho, Nazareth, Monteclaro, Pajarito, Palenque y La Pradera— enfrentarán la suspensión del servicio. Horas después, a partir de las 11:00 a.m. y hasta las 5:00 a.m. del jueves 12, otros 12.859 habitantes de Campo Valdés, Manrique Central, La Piñuela, Las Esmeraldas, El Pomar, La Salle y Las Granjas también vivirán la inesperada interrupción.

Estas maniobras, lejos de ser caprichos técnicos, responden a exigencias normativas vigentes para garantizar la **calidad y continuidad del agua potable**. La limpieza de tanques, empalmes en redes y mejoras estructurales buscan evitar el deterioro futuro y asegurar que el líquido vital llegue en condiciones óptimas a cada grifo.

Mientras tanto, en el circuito **París**, tanto en Medellín como en Bello, se anunciaron cortes diarios entre las 10:00 p.m. y las horas de la madrugada, como parte de acciones para estabilizar la red de distribución. Un recordatorio tácito de que el mantenimiento, aunque necesario, trasluce la fragilidad latente de un sistema sometido a creciente demanda y desgaste.

Frente a estas interrupciones, EPM invita a la comprensión y a la preparación con el almacenamiento anticipado del agua. Sin embargo, tras esta aparente rutina técnica se esconde una realidad más profunda: la demanda creciente, la urbanización acelerada y las limitaciones presupuestales que exigen decisiones precisas y a menudo impopulares.

¿Podrá la mejora en la infraestructura apaciguar la inquietud y la incomodidad de quienes dependen a diario de este servicio? Mientras tanto, la vida continúa, a veces a ritmo de gotas intermitentes y silencios forzados en la llave.

El agua, elemento siempre presente y a la vez esquivo, vuelve a enseñarnos que su gestión es tanto un desafío técnico como un compromiso social e institucional que no puede dilatarse sin consecuencias. ¿Será esta pausa momentánea un paso hacia un futuro más seguro para el Valle de Aburrá? La respuesta queda suspendida, como un hilo invisible, entre la espera y la realidad.

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