Más de 3500 millones de aves mueren anualmente al chocar con ventanas de cristal, un fenómeno que a menudo pasa desapercibido. Los cristales tiemblan, los huesos se fracturan y los cerebros sufren hemorragias, aunque algunas aves sobreviven al impacto, muchas quedan heridas y son presas fáciles para los depredadores, lo que complica el estudio y la comprensión completa del problema.
Una reciente investigación publicada en The Wilson Journal of Ornithology sugiere que la magnitud de estas muertes ha sido subestimada durante mucho tiempo. Anteriormente, los estudios se limitaban a contar las aves encontradas muertas cerca de ventanas, pero el nuevo enfoque incluyó la observación directa de las aves y el análisis de datos de rehabilitación a lo largo de cinco años.
El líder del estudio, Daniel Klem, ornitólogo del Muhlenberg College de Pensilvania, y su equipo registraron más de 1200 horas de observación en un bosque de Henningsville, Pensilvania. Con alpiste para atraer a las aves, observaron cómo se comportaban cerca de ventanas experimentales; sorprendentemente, de las más de 1300 aves que chocaron con los cristales, el 50 % no dejó marcas visibles, solo el 14 % de las colisiones provocaron una muerte inmediata, mientras que otro 14 % quedaron aturdidas o inconscientes cinco minutos o más antes de volar nuevamente, posiblemente para morir después.
Para prevenir estos accidentes, es fundamental que cualquier solución cubra la mayor parte posible de la superficie externa de la ventana. Además, la solución debe colocarse en el exterior de la ventana, puesto que ponerla en el interior no elimina el reflejo que confunde a las aves.
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Daniel Klem Jr., uno de los principales investigadores en el problema de las colisiones de aves contra ventanas, desarrolló la regla de 10 por 5 cm. Esta regla indica que una solución efectiva para evitar estos choques debe consistir en cuerdas u objetos separados 10 cm (o preferiblemente 7 cm) entre sí si se colocan verticalmente, o 5 cm entre sí si se colocan horizontalmente.
Muchas verjas cumplen con esta regla, lo que no solo hace la casa más segura, sino que también previene las colisiones de las aves.