Investigan quema de vehículo con publicidad de la campaña de Abelardo de la Espriella en el oriente del país

📸 Imagen cortesía X @AlvaroUribeVel

¿Violencia en campaña? El fuego que intenta silenciar a la oposición

En la madrugada del martes 14 de octubre de 2025, un Chevrolet Spark que portaba la publicidad de la candidatura presidencial de Abelardo de la Espriella fue incendiado en un recóndito tramo de la vía que une Toledo, Norte de Santander, con Arauca, al oriente de Colombia.

El vehículo, destinado a la recolección de firmas para inscribir la candidatura, fue interceptado por un grupo de hombres armados. Bajo amenaza, obligaron a los ocupantes a descender y, sin mediar palabra, le prendieron fuego, consumiéndolo por completo. Para alivio, Juan Carlos Santamaría, coordinador de la campaña en Arauca, y sus dos escoltas salieron ilesos, aunque la sombra del ataque deja una profunda herida en la campaña.

El episodio ocurrió en Fundame, un sector cerca de la salida al alto de Mejue, en una vía secundaria que conecta Chinácota con Toledo. No es un hecho aislado: se suma a un patrón de intimidaciones políticas que tensan el ambiente electoral y ponen en jaque la seguridad de quienes se atreven a desafiar al poder establecido en esta coyuntura. ¿Qué motiva esta violencia? Aunque las autoridades no disponen todavía de un móvil confirmado, la hipótesis de un atentado político es clara y preocupa.

Las autoridades locales han iniciado la investigación pertinente, buscando esclarecer cómo y por qué ocurrió este ataque, y quiénes son sus responsables. Los atacantes huyeron rápidamente, dejando tras de sí el incendio y la incertidumbre.

Desde las alturas del poder, las voces se alzan. El expresidente Álvaro Uribe Vélez manifestó un respaldo explícito a de la Espriella y pidió al Gobierno Nacional aumentar la protección en las regiones más vulnerables: “Se requiere toda la determinación para detener esta violencia que amenaza nuevamente a la oposición”, escribió en sus redes sociales. Por su parte, el aspirante afirmó con convicción frente a la amenaza: “No nos arredramos. Enfrentaremos el terror venga de donde venga. Seguimos adelante”.

Este incidente provoca preguntas que trascienden el hecho inmediato: ¿qué confianza puede tener la ciudadanía en la protección de sus derechos políticos? ¿Qué signo deja para la democracia que un acto de violencia busque silenciar la voz opositora? A partir de ahora, la campaña no solo debe recoger firmas, sino también resistir en medio de un clima de violencia que ensombrece el horizonte electoral. ¿Podrá el Estado garantizar la seguridad que la política democrática demanda? La incertidumbre persiste, mientras el fuego consume más que un vehículo: atenta contra la esperanza misma de un proceso plural y libre.

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