📸 Imagen cortesía: Cuenta de X Benjamin Netanyahu. Primer ministro de Israel.
[¿Paz rota en Gaza?]
Este miércoles 29 de octubre, en la madrugada, Israel reanudó el cese al fuego en el sur de Gaza, tras una noche de ataques que dejaron un paisaje de muerte y terror.
La ofensiva israelí comenzó la tarde del martes 28 y se extendió hasta entrada la noche. Según la Defensa Civil Palestina y fuentes hospitalarias locales, al menos 104 palestinos perdieron la vida, entre ellos numerosos niños. La gravedad de la situación no puede medirse solo en números: es un grito de alarma frente a un conflicto que ha cobrado más de 70,000 vidas en dos años. Una cifra que revela no solo el costo bélico, sino el vacío humano y la devastación que se cierne sobre Gaza.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, justificó la escalada como una respuesta imprescindible a lo que calificó como una “flagrante violación” del reciente acuerdo de tregua, atribuyendo la responsabilidad a Hamás. Desde las 9:00 a. m. hora de Colombia, las Fuerzas de Defensa de Israel anunciaron la restauración del cese al fuego, tras una operación nocturna que calificaron de “ataques precisos contra docenas de objetivos” en Gaza. La justificación oficial aludió a un ataque previo que habría causado la muerte de al menos un soldado israelí.
Mientras tanto, la Defensa Civil Palestina denunció “horribles masacres contra civiles”, registrando en menos de doce horas la muerte de más de cien personas, incluidos cerca de 35 niños. Los hospitales, saturados y con escasez crítica de medicamentos, equipos y combustible, se enfrentan nuevamente al borde del colapso. Desde Gaza, el portavoz Mahmud Basal clamó por la urgente apertura de corredores humanitarios, recordando “la larga lista de violaciones” que pesa sobre su pueblo.
La escena es conocida y desgarradora: violencia que renace, vidas que se apagan, y un futuro cada vez más incierto. ¿Podrá alguna vez la comunidad internacional evitar que estas sombras se prolonguen sin fin? Mientras tanto, el costo humano continúa creciendo, y la esperanza parece diluirse en el polvo y las cenizas.


