
En la madrugada de este miércoles el equipo de fútbol griego Olympiacos hizo pública la terminación del contrato por mutuo acuerdo con James Rodríguez. El colombiano se unió al club en septiembre del año pasado, como un paso para volver a jugar en Europa después de un viraje desafortunado por el fútbol catarí.
James llegó como agente libre al Olympiacos, después de rescindir su contrato con el Al-Rayyan y poco a poco se fue convirtiendo en uno de los jugadores claves del plantel. Logró 11 participaciones de gol en 23 partidos en todas las competiciones que disputó, pero todo comenzó a ir en picada después de una de sus últimas actuaciones.
En el partido del pasado 9 de abril contra su clásico, Panathinaikos, el cucuteño fue sustituido para el segundo tiempo, lo cual, según fuentes de ese país, lo enojó, provocando reacciones “que no estuvieron a la altura de su nombre”. Su entrenador, Jose Anigo, le dijo que debía dar ejemplo con su imagen en la cancha, pero también con su comportamiento, y cuando le pidió a James que se disculpara con sus compañeros, este cogió sus cosas y se fue de la concentración.
A los siguientes dos entrenamientos no asistió, y esta misma semana las directivas tomaron la difícil decisión de no querer continuar con él en la plantilla. El jugador, que ya había dejado claro que quería abandonar el club en junio, cuando acabara su contrato, aceptó esa decisión. Según los mensajes del jugador y del equipo, ambos se despidieron quedando en buenos términos.
La poca estabilidad de James Rodríguez es algo que causa intriga sobre su potencial y los pocos años que le pueden quedar de buen fútbol para un jugador de su categoría. Por ahora, se indica que clubes de Turquía podrían estar tras su rastro, y corre el rumor de que un pretendiente viejo, el Flamengo de Brasil, podría contactar también al jugador.