Foto: Comisión de Supervisión de la Cámara de Representantes de Estados Unidos
El expresidente y ahora candidato presidencial Donald Trump fue víctima de un atentado en su contra el pasado sábado 13 de julio, del que salió levemente herido en su oreja derecha, pero que encendió las alarmas por el mismo hecho de que este haya ocurrido en medio de uno de sus discursos de campaña.
La mira se desplazó directamente hacia el Servicio Secreto de Estados Unidos, encargado de proteger al presidente y a los expresidentes de esta nación. Varias investigaciones apuntaban al Servicio Secreto como responsable directo, al haber permitido que un tirador tuviera el tiempo y la oportunidad de atentar contra la vida de Trump en tarima.
Este lunes, la directora del Servicio, Kimberly Cheatle, compareció ante el Congreso de Estados Unidos en donde congresistas republicanos y demócratas le dedicaron varias críticas y en donde aceptó que la agencia de seguridad cometió un error en el cubrimiento de seguridad del expresidente.
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La directora admitió que este evento consistió en “el fracaso operativo más significativo del Servicio Secreto en décadas”, asumiendo la responsabilidad total por los fallos de seguridad en este evento. Y aunque este lunes aseguró que no renunciaría pese a tantas acusaciones, este martes en la mañana se conoció que las presiones la llevaron a tomar esta decisión.
A través de un comunicado de la Casa Blanca, el presidente Joe Biden confirmó la renuncia de Cheatle, expresando que “le deseo a Kim todo lo mejor y planearé nombrar un nuevo director pronto”. Cheatle llevaba a cargo del Servicio Secreto desde septiembre de 2022.