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¿NOCHE CARA EN COLOMBIA?
El reloj laboral cambia su marcha y la vida nocturna ajusta sus cuentas.
Desde el martes 18 de junio de 2025, en Colombia, la jornada laboral nocturna adelantará su inicio dos horas, desplazándose de las 9:00 p.m. a las 7:00 p.m.. Esta reforma, consagrada por el Gobierno Nacional, alarga la franja de trabajo nocturno y con ella la obligación de pagar recargos laborales más temprano. El resultado inmediato: aumentos en los costos para quienes disfrutan las noches en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, y una inyección directa a los precios en sectores como la gastronomía, el entretenimiento y el transporte.
La ley exige a bares, restaurantes, discotecas, cines y plataformas de movilidad asumir recargos nocturnos desde las 7 de la noche. Esto se traduce en mayores gastos operativos que inevitablemente impactarán en la factura que recibe el consumidor. Empresarios del ramo advierten que aunque la reforma busca dignificar al trabajador nocturno, los incrementos podrían enfriar la demanda y provocar un revés económico para la noche colombiana.
El Ministerio de Trabajo defiende el cambio como un reconocimiento a la “deuda histórica con los trabajadores nocturnos” y una apuesta por la equidad laboral. Una fuente oficial resaltaba que este ajuste refleja el compromiso estatal por mejorar las condiciones laborales en horarios que han sido tradicionalmente invisibilizados. En contrapartida, gremios vinculados a la industria calculan que los precios al consumidor podrían subir hasta un 15%, afectando el acceso a la vida nocturna y el bolsillo ciudadano.
Este cambio plantea varias preguntas: ¿podrán los sectores afectados sostener la alza sin perder clientes? ¿Acaso la dignificación del trabajo nocturno no debería ir acompañada de medidas que mitiguen el impacto en la economía popular? La noche colombiana enfrenta un giro inesperado, con un reloj que avanza y una sociedad que deberá adaptarse o resistir.
En definitiva, mientras el Gobierno celebra un paso hacia la justicia laboral, la ciudadanía contempla con incertidumbre cómo esta reforma traducirá la remuneración del esfuerzo en la cotidianidad, ¿será la nueva jornada nocturna una oportunidad o un lastre para la vida en la oscuridad de la ciudad?