¿LA TECNOLOGÍA, CÓMPLICE DEL INSOMNIO GLOBAL?
Un enemigo oculto en la oscuridad.
En junio de 2025, el mundo despierta con una inquietante verdad: la tecnología que nos conecta también nos roba el sueño. Millones padecen las consecuencias de un hábito cada vez más común y problemático.
Investigaciones recientes revelan que la exposición prolongada a la luz azul de dispositivos como teléfonos, tabletas y computadores reduce la producción de melatonina, hormona esencial para el descanso. Así, la conciliación del sueño se vuelve esquiva, y el insomnio se instala en numerosas vidas.
¿Quiénes son los más vulnerables? Más de la mitad de la población mundial admite haberse quedado despierta por culpa de las pantallas, cifra que se eleva dramáticamente en jóvenes entre 18 y 24 años, alcanzando un 70%. En América Latina, naciones como Chile, México y Argentina se destacan por sobrepasar ese promedio, reflejando un problema que gana terreno.
El informe Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC de 2021 advierte que un 44% de los adultos chilenos sufre insomnio, con un impacto mayor entre mujeres y personas de 45 a 54 años. Esta tendencia, lejos de disminuir, se ha mantenido vigente hasta la fecha.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha encendido las alarmas acerca del daño que la tecnología provoca en la salud mental. La constante exposición a estímulos digitales genera ansiedad y dificulta esa desconexión vital para el descanso. Este malestar, conocido como estrés digital, se agrava ante la sobrecarga informativa y la presión de estar siempre conectados.
Ante este escenario, los expertos no callan: recomiendan evitar las pantallas al menos dos horas antes de acostarse y adoptar técnicas que favorezcan la relajación y el sueño reparador.
Mientras tanto, en un mundo que no se apaga, la pregunta persiste: ¿será posible restablecer la frontera entre la conexión constante y el descanso necesario para vivir plenamente?