La Unión Europea pone en marcha el nuevo Sistema de Entrada y Salida (EES) con control biométrico para viajeros

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### ¿Adiós al pasaporte tradicional? La UE estrena control biométrico en sus fronteras

Un nuevo capítulo comienza este martes 15 de octubre de 2025 para quienes cruzan las fronteras del espacio Schengen. La Unión Europea ha inaugurado el Sistema de Entrada y Salida (EES), una herramienta digital que sustituye los clásicos sellos en el pasaporte por un registro biométrico y automatizado.

Este cambio radical afecta a todos los viajeros provenientes de terceros países que realicen estancias breves, de máximo 90 días en un lapso de 180, en alguno de los 29 países del espacio Schengen. Allí se incluyen 25 Estados miembros de la Unión Europea —con la excepción de Chipre e Irlanda— y cuatro naciones no comunitarias: Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein. No importa si la llegada es por tierra, aire o mar: todas las fronteras se encuentran articulando la implementación de este sistema.

Pero, ¿qué motiva esta transformación? En un contexto global donde la seguridad y la eficiencia se han convertido en necesidades urgentes, la UE apuesta por modernizar y agilizar sus controles migratorios. El EES promete reducir los tiempos de espera y fortalecer la vigilancia fronteriza a través de la biometría: huellas dactilares y fotografías faciales se convierten en la nueva moneda de intercambio para registrar quién entra y quién sale. Así, se garantiza un control exhaustivo que supera los límites de la vieja estampilla en el pasaporte.

El procedimiento comienza desde la primera entrada: el viajero debe facilitar sus datos biométricos, que se almacenan junto a su identidad, número de pasaporte y las fechas correspondientes. Toda esta información quedará guardada durante tres años, bajo respetuosos estándares de privacidad europeos, un detalle crucial que busca equilibrar seguridad y derechos individuales.

Desde las instituciones, se destaca cómo esta medida permitirá detectar rápidamente a quienes se excedan en sus estancias, evitando la llamada “sobreestadía” y contribuyendo a una gestión fronteriza más eficiente y justa. Sin embargo, quedan preguntas pendientes: ¿cómo se garantizará el uso ético de esta información? ¿qué impacto tendrá esta vigilancia intensificada sobre la experiencia humana del viaje?

Mientras la Unión Europea despliega este sistema, la sociedad observa expectante, consciente de que detrás de cada dato biométrico hay una persona y una historia. En tiempos donde la tecnología redefine nuestras fronteras, ¿seremos capaces de preservar también nuestras libertades?

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