Latinoamérica lanza posición conjunta sobre salud y cambio climático en cumbre global de Brasilia

📸 Cortesía: EFE /Andre Borges
¿Salud en la encrucijada climática?

Este miércoles 31 de julio, en la bulliciosa ciudad de Brasilia, finalizó la Cumbre Internacional sobre Clima y Salud, un encuentro que reunió a más de 40 países y que podría marcar un antes y un después para América Latina y el Caribe frente al desafío del cambio climático.

Durante tres días, del 29 al 31 de julio, líderes gubernamentales, expertos y representantes de la sociedad civil cruzaron ideas y movilizaron fuerzas para poner la salud y la equidad en el corazón de las políticas climáticas. Lo hicieron con la vista puesta en la próxima COP30, que se realizará en noviembre en Belém, Brasil. En este escenario, una coalición de más de 50 organizaciones, con el respaldo de gobiernos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), reveló un documento clave: la Posición Común para América Latina y el Caribe.

Este plan no es una mera declaración de intenciones. Se presenta como una hoja de ruta destinada a integrar la salud en cada acción climática regional y a fortalecer la capacidad de las comunidades para resistir fenómenos extremos que ya golpean la región. Jarbas Barbosa, director de la OPS, lo afirmó en la apertura del evento: “La adaptación de los sistemas de salud debe estar en el centro de la agenda climática”. Más que palabras, fue una advertencia clara: quienes sufren más los embates climáticos son los más vulnerables, aunque paradójicamente sean los menos responsables del cambio global.

La propuesta de la Posición Común se ancla en la innovación y el respeto profundo por la diversidad cultural. Plantea incorporar inteligencia artificial y sistemas predictivos para anticipar riesgos sanitarios, pero sin olvidar los saberes ancestrales y los métodos participativos, como los Ideas Labs, que ponen a las comunidades en el centro de la vigilancia y preparación sanitaria. Así, se busca no solo reaccionar rápido ante brotes relacionados con el clima —la malaria es un ejemplo evidente— sino también construir resiliencia desde abajo, reconociendo las particularidades de cada territorio.

La cumbre cerró con una certeza incómoda pero necesaria: la salud pública en América Latina y el Caribe no puede seguir siendo un apéndice de las políticas climáticas, sino su columna vertebral. Pero queda un vacío aún por llenar: ¿cómo se movilizarán los recursos necesarios? ¿Podrán las estructuras estatales incorporar esta hoja de ruta sin dilaciones ni burocracias? Las voces reunidas en Brasilia esperan que no sea otro paso en falso.

A partir de hoy, la región enfrenta una encrucijada que exige no solo compromisos, sino decisiones concretas. Porque, en definitiva, lo que está en juego no es solo el clima, sino la vida misma de millones que, aunque silenciosamente, ya sienten el calor de un mundo que no perdona. ¿Acaso la salud será el verdadero motor de la acción climática en América Latina y el Caribe? La respuesta empieza ahora, y sus impactos serán palpables mucho más allá de Brasilia.

Comparte en tus redes sociales

0 0 Votos
Puntua este contenido
Suscribir
Notificar de
guest
0 Comentarios
Más antiguo
Lo más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios