📸 Imagen cortesía Denuncias Antioquia
¿Pico y placa o protesta encallada?
La tensión sobre la Avenida Regional no cesa. Este miércoles 29 de octubre de 2025, en plena mañana, decenas de taxistas desplegaron su llamada “mancha amarilla” para bloquear el paso a la altura del soterrado de Parques del Río, en Medellín. Tres de los carriles fueron cerrados y solo dos habilitados, desatando un enjambre de bocinas y la irritación palpable entre conductores atrapados en una arteria vital de la ciudad.
La protesta no es improvisada; está orquestada. Carlos Mario Hernández, rostro visible de este gremio vocal y decidido, lidera la exigencia de frenar lo que describen como competencia ilegítima: las plataformas digitales que, en sus palabras, desafían la ley y erosionan la honestidad laboral. A este reclamo se suman otras demandas urgentes, entre ellas la reducción de vehículos particulares y motos, que aumento desmedido causa un preocupante deterioro ambiental y una ola creciente de accidentes. Jhon Fredy Escudero, portavoz de Taxistas Unidos, resumió el malestar: “Nosotros pagamos impuestos, cumplimos normas, pero la competencia ilegal nos margina y la ciudadanía sufre con la movilidad y la contaminación”.
La protesta se extiende más allá del epicentro en Guayabal: el bloqueo cíclico se replica en el cruce de la Calle 33 y la Autopista Sur, donde barricadas improvisadas con llantas frenan el tráfico intermitentemente. Esta dinámica, lejos de ser un simple corte vial, es un pulso que desgasta la paciencia y retrasa miles de trayectos cotidianos.
En la escena, agentes de tránsito y funcionarios de la Secretaría de Movilidad intentan mediar mientras supervisan posibles nuevos focos en el Valle de Aburrá. La recomendación insistente es evitar la zona y privilegiar el transporte público, una invitación que subraya la precariedad de la movilidad urbana cuando el conflicto estalla en calles estratégicas.
Este capítulo de movilización expone una tensión que va más allá del cierre momentáneo del espacio vial: es un reflejo de una ciudad que pugna por reconquistar el orden en su tráfico cotidiano, mientras los hilos invisibles del cambio social y tecnológico tensan nuevamente el pulso entre tradición y modernidad.
¿Encontrarán taxistas y autoridades un camino para descongestionar esta encrucijada, o la mancha amarilla seguirá marcando franjas de caos en el tránsito y en la paciencia de Medellín?
 
								
 
															
 
								 
								 
								 
								 
								 
								 
								