📸 Imagen cortesía X: @FicoGutierrez
[¿Quién huye, enfrenta la ley?]
Un golpe y una huida. En la mañana del sábado 20 de julio de 2025, a las 6:28 a. m., un carro particular embistió a dos motociclistas en la Autopista Norte de Medellín y se dio a la fuga sin mirar atrás. En un insistente recorrido, el mismo vehículo causó un segundo choque en el centro de la ciudad, dejando un saldo de tres personas heridas. La ciudad quedó en vilo y la pregunta flotó en el aire: ¿quién quería evadir la justicia detrás del volante?
Gracias a la pericia tecnológica del sistema de cámaras con reconocimiento de placas (LPR) y a la coordinación inmediata entre la Policía Metropolitana y la Secretaría de Movilidad, el vehículo fue localizado. El alcalde Federico Gutiérrez, firme en su compromiso con la seguridad vial, afirmó en su cuenta oficial de la red social X: “Aquí nadie se queda sin respuesta. El que huye, enfrenta la ley. Aquí respondemos”. Sus palabras reflejan una ciudad que no tolera la indiferencia ni la impunidad, una Medellín que busca proteger la vida en sus calles y exigir responsabilidad a cada conductor.
Las investigaciones siguen adelante, con el propósito de descubrir quién conducía ese vehículo que rompió el pacto social y violó las normas de tránsito. Mientras tanto, los heridos reciben atención médica y seguimiento por parte de los servicios de salud municipales, en un esfuerzo conjunto para reparar, al menos en parte, el daño causado. La Secretaría de Movilidad insiste a la ciudadanía: conducir con responsabilidad no es una opción, sino un deber, y el llamado a reportar cualquier comportamiento sospechoso o peligroso persiste, porque la seguridad vial es una lucha colectiva.
Este episodio crudo y fatigoso se inscribe en la historia cotidiana de una ciudad que busca erradicar la violencia y el miedo en sus carreteras, que apunta a convertir cada calle y cada esquina en un lugar de respeto y vida. Pero queda la pregunta abierta —siempre presente—: ¿podrá el sistema de vigilancia y la cooperación social derrotar al miedo y la imprudencia que, en cuestión de segundos, transforman la rutina en tragedia?
La respuesta, al menos por ahora, no es solo de la ley; está en cada volante, en cada mirada que mira con cuidado el camino. La huida fue detenida, pero las heridas —visibles y también invisibles— permanecen, y con ellas, la urgencia de una Medellín que quiere vivir sin escapatorias.