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¿Adiós a la primera top model de Colombia?
Este domingo 3 de agosto de 2025, Bogotá perdió a una de sus figuras más emblemáticas: Marlene Henríquez Lux, la pionera que abrió el camino para el modelaje colombiano en el mundo. A sus 79 años, Henríquez falleció tras un delicado periodo hospitalizada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San José Infantil, víctima de complicaciones asociadas a la diabetes que desencadenaron problemas cardíacos y en la columna vertebral.
La historia de Marlene es la historia misma del modelaje en Colombia. Nacida en el país y hermana de la actriz Judy Henríquez, comenzó su carrera en los años sesenta, pero fue en 1971 cuando su nombre cruzó fronteras, catapultada por el impulso de figuras como Fernando González Pacheco y Gloria Valencia de Castaño. Llegó a Europa, donde bajo el nombre de “el maniquí perfecto”, conquistó las pasarelas italianas, desfilando para Emilio Pucci y otras casas prestigiosas. Su estatura imponente de 1,80 metros y su rostro de rasgos definidos no solo marcaron un estándar de belleza, sino que proyectaron una imagen poderosa de la mujer colombiana en el exterior.
Pero Marlene no solo deslumbró por su presencia, también rompió moldes en su país. En 1978, posó desnuda para la portada de la revista Cromos, un acto considerado audaz y revolucionario en un contexto cultural conservador. Su contribución trasciende la moda: fundó una de las primeras escuelas de modelaje en Colombia, impulsando la formación profesional de nuevas generaciones, incluyendo modelos masculinos, y consolidando una industria que hasta entonces empezó a tomar forma.
“Ella abrió puertas que para muchos estaban cerradas”, recuerda un colega. La pérdida de Henríquez deja un vacío palpable en la industria, cuyo avance ella ayudó a esculpir a base de talento y coraje.
Sin embargo, su partida invita a reflexionar: ¿cómo continuará el legado de profesionalización y valentía en un sector que hoy se enfrenta a nuevos desafíos? La figura de Marlene Henríquez Lux no solo seguirá inspirando, sino que también obliga a mirar hacia adelante, a no olvidar que detrás del glamour hay historias de esfuerzo, resistencia y transformación social.
Su adiós no es solo el fin de una era; es también una invitación a entender que la moda en Colombia, impulsada por pioneras como ella, es mucho más que un desfile, es un espejo de nuestra identidad y un motor de cambio. ¿Quién tomará ahora el relevo para que esa luz no se apague?
