Más de 700 animales llevan años esperando un hogar en Medellín: 87 han pasado más de una década en un refugio

📸 Imagen cortesía Alcaldía de Medellín
¿Esperanza enjaulada? Más de una década esperando un hogar en Medellín

“El tiempo no cura todas las heridas, algunas las profundiza en el silencio.”

Medellín, julio de 2025. En el Centro de Bienestar Animal La Perla, un refugio que acoge a miles de seres olvidados, 767 perros y gatos transcurren sus vidas entre rejas, esperando que alguien decida abrirles las puertas de una familia. De ellos, 87 llevan más de diez años en ese limbo, mientras otros 680 suman entre cinco y diez años de espera —una condena silenciosa al olvido, aunque bajo el cuidado responsable del refugio.

La Perla no es un refugio cualquiera: es el mayor albergue de animales en Colombia y, a la vez, un símbolo de la crisis que enfrenta la ciudad. Allí conviven más de 2.800 animales, cifra que supera la capacidad instalada, a pesar de las incansables campañas de adopción responsable dirigidas por la Alcaldía y la Subsecretaría de Protección y Bienestar Animal. En lo que va de 2025, 942 adopciones oficiales se han concretado, pero la realidad sigue siendo contradictoria: el número de rescates no cesa de crecer. Desde 2024, han sido rescatados 7.196 animales —3.974 perros y 3.222 gatos— producto de denuncias ciudadanas y operativos de protección animal en el área metropolitana.

Elizabeth Coral, subsecretaria de Protección y Bienestar Animal, levanta su voz para romper el silencio que ahoga a estos animales que parecen invisibles: “Los animales que llevan más tiempo en el centro están listos para ser parte de una familia. Solo les falta una segunda oportunidad”. Un llamado que abre interrogantes profundos: ¿Por qué los más viejos siguen relegados? El sesgo hacia la edad avanzada —que esconde prejuicios y temores infundados— dilata aún más la posibilidad de reinserción social de estos animales. Los especialistas y cuidadores de La Perla señalan que estos compañeros mayores suelen ser serenos, fieles, y agradecidos, lejos del tumulto adolescente de cachorros que acaparan las miradas.

Este panorama plantea una pregunta incómoda para la sociedad: ¿somos capaces de mirar más allá del brillo efímero de la juventud para ofrecer hogar y cariño a aquellos que llevan años esperando? La Perla no solo protege animales, sino que grita una realidad humana y social sobre compromiso, empatía y responsabilidad. En medio de tanta espera, la esperanza aún aguarda, aunque enjaulada.

¿Qué podría cambiar para que esta espera sea solo un capítulo y no el final? La respuesta quizás resida en transformar prejuicios en actos, campañas en compromisos reales y sombras en luz para esos 767 silenciosos habitantes de La Perla. Porque el verdadero hogar no se mide en años, sino en la capacidad de dar —y redescubrir— amor.

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