Medellín realizará el clásico más largo de la historia con 27 horas consecutivas de fútbol

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¿Fútbol sin pausa ni violencia?

Este 24 y 25 de octubre, Medellín fue testigo de un hito que desafió el tiempo y las rivalidades: 27 horas seguidas de fútbol ininterrumpido en una sola cancha.

En la cancha Marte #1 de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, la ciudad se reunió en torno al clásico más largo de su historia. Más de 800 jugadores distribuidos en 54 equipos dieron vida al Miniclásico de Medellín, una contienda deportiva que extendió su espíritu más allá del balón al coincidir con la conmemoración del Día de la Cultura del Fútbol. Fue una maratón que arrancó a las 2:00 p.m. del viernes 24 y sólo se detuvo a las 5:30 p.m. del sábado 25, abierta sin costo para toda la comunidad.

Pero aquello no fue sólo una sucesión de goles y despejes. Las gradas y alrededores vibraron con muestras artísticas, actividades educativas y la presencia de 30 emprendimientos barristas que añadieron capas culturales y sociales al encuentro. En esencia, se buscaba tejer un vínculo más allá de la rivalidad deportiva: fortalecer el tejido social entre hinchas, generar respeto y dinamizar la economía popular vinculada al fútbol.

Detrás de esta proeza, la Administración Distrital de Medellín, Inder Medellín, la Policía Metropolitana y el Sistema de Videovigilancia del 123 desplegaron un riguroso dispositivo de seguridad. Control de accesos, monitoreo constante y rutas seguras velaron por la tranquilidad de los asistentes y la continuidad del evento.

Manuel Villa Mejía, Secretario de Seguridad y Convivencia, contextualizó el sentido de esta iniciativa: la estrategia Cultura del Fútbol ha sido determinante para mantener un récord impecable en la ciudad, con un 100% de partidos profesionales sin hechos graves de violencia. ¿El secreto? La intervención temprana en conflictos, los espacios de diálogo con líderes barristas y una apuesta pedagógica constante en los barrios.

Así, Medellín no sólo rompió un récord deportivo; reafirmó que el fútbol puede ser puente y escuela de convivencia. En una ciudad donde la pasión suele encender enconos, este clásico prolongado invitó a repensar qué significa realmente compartir el juego. ¿Podrá esta experiencia marcar un antes y un después en la cultura futbolística local? Sólo el tiempo lo dirá, pero por ahora, el balón rodó sin pausa y sin sombras.

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