📸 Imagen cortesía Alcaldía de Medellín
¿Medellín en guardia: la lucha contra el hurto que resuena en sus calles?
La esperanza no es solo un anhelo: es un dato concreto. En Medellín, entre enero y agosto de 2025, el hurto a personas cayó un 25 %, una noticia que no se escucha desde hace años. Este viernes 8 de agosto, en la presentación oficial de los datos, el secretario de Seguridad y Convivencia, Manuel Villa Mejía, reveló que las denuncias pasaron de 10.842 en el 2024 a 8.131 en el mismo periodo de este año.
Este descenso no es casualidad. Detrás hay una estrategia concisa y contundente: un trabajo conjunto entre la Policía Metropolitana, la Fiscalía y el Ejército Nacional. Con operativos dirigidos, patrullajes en las zonas más conflictivas, cámaras que multiplican la vigilancia y acciones encubiertas contra bandas criminales, la ciudad ha enviado un mensaje claro. Resultado de ello: 1.216 personas capturadas este año por hurtos, hoy enfrentando a la justicia.
Las comunas son testigos palpables de esta transformación. Aranjuez reporta una caída del 34 %, Doce de Octubre un 31 % y Castilla un 28 %. Barrios populares como Popular y Buenos Aires también reflejan una mejora notable. Y no se trata solo de números: modalidades delictivas como el atraco y el raponazo disminuyeron en un 34 %, y el cosquilleo, en un 25 %. Aun más, el uso de armas de fuego en estos delitos se redujo, un avance crucial para mitigar la violencia urbana.
“Estamos cerrándole el paso al delito con autoridad, orden y resultados —afirmó con firmeza Manuel Villa Mejía—. No hay espacio para la impunidad ni para quienes buscan lucrarse a costa del miedo ciudadano. Este es solo el comienzo: seguiremos articulando esfuerzos para proteger a nuestra gente y consolidar esta tendencia positiva.”
El desafío ahora es mantener el ritmo y que esta reducción no sea solo un paréntesis en una historia larga y compleja. Medellín, ciudad de contrastes y esperanza, observa cómo la batalla contra el hurto abre una brecha de confianza en su cotidianidad. Pero la pregunta sigue latente: ¿puede la seguridad sustentarse sin que cambie también el tejido social que la anima? Mientras tanto, las calles respiran algo de alivio, aunque la vigilancia no puede bajar la guardia.