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¿Guardianes del agua en la Medellín rural?
En esta segunda temporada de lluvias, que promete extenderse hasta diciembre de 2025, Medellín no baja la guardia. Este lunes, la Alcaldía intensificó la vigilancia sobre 20 cuencas abastecedoras, fuentes vitales que nutren tanto a sus corregimientos rurales como a la ciudad que palpita más allá del concreto.
Estos territorios rurales —San Sebastián de Palmitas, San Cristóbal, Altavista, San Antonio de Prado y Santa Elena—, cuna de los ríos y quebradas que alimentan los acueductos veredales, se convierten en escenario de una custodia implacable. Allí se protegen 3.070 hectáreas de bosques, diseminadas en 17 reservas naturales; guardianes verdes que regulan el ciclo hídrico y mantienen el delicado equilibrio ecológico. Equipos técnicos con ojos atentos recorren cauces y laderas, buscando impedir que deslizamientos, arrastre de sedimentos o captaciones ilegales perturben el curso del agua.
“Estos monitoreos son esenciales para garantizar un agua limpia y protegida desde su origen”, dijo Esteban Jaramillo, subsecretario de Recursos Naturales. La vigilancia no es un simple trámite: implica presencia en terreno, análisis minucioso del suelo, la cobertura vegetal y la estabilidad de estos ecosistemas delicados. En un contexto donde los territorios rurales suenan el eco de la emergencia climática, esta tarea adquiere urgencia e importancia.
Por su parte, Andrés Felipe López Vergara, gerente de Corregimientos, recordó el tejido colaborativo que sustenta la acción: la articulación con el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo potencia la capacidad de respuesta y prevención en caso de desbordes o daños mayores.
Así, Medellín enfrenta las tempestades que cruzan su cielo con un acto de amor y responsabilidad hacia sus aguas y las vidas que de ellas dependen. ¿Será suficiente esta vigilancia para proteger un recurso cuya fragilidad refleja la salud misma de la ciudad? Mientras las lluvias continúan golpeando, la incertidumbre convive con la esperanza.
