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Renuncia en Justicia: ¿Cuánto pesa la presión política?

Este jueves 15 de mayo de 2025, la ministra de Justicia y del Derecho de Colombia, Ángela María Buitrago, anunció su renuncia irrevocable al cargo, un hecho que sacude la ya inestable escena política del país. Aunque la carta de renuncia fue entregada desde el 12 de abril al presidente Gustavo Petro, fue hasta ahora que tomó estado público, y se hará efectiva el próximo 1 de junio.

Asumida en julio de 2024, la administración de Buitrago estuvo marcada por tensiones y desafíos. La ministra denunció públicamente “intentos de injerencia en la cartera que hoy dirijo”, evidenciando que su gestión estuvo constantemente amenazada por presiones externas que, según advirtió, ponían en jaque los principios de independencia y transparencia de su ministerio. La incertidumbre acerca de quiénes estaban detrás de dichas presiones añade una sombra de complejidad sobre el panorama institucional. Más que culpar o señalar, Buitrago optó por el retiro para no sacrificar su integridad personal ni la institucional.

Su gestión, aunque breve, también dejó aportes concretos: impulsó programas como Entornos Seguros, Redes Justas y Casas de Justicia, y trabajó en políticas para proteger a las personas privadas de la libertad. Sin embargo, la persistencia de la crisis carcelaria y los recortes presupuestales limitaron su alcance y dejaron pendientes que siguen clamando atención urgente.

Esta renuncia construye un nuevo capítulo en un escenario ministerial que ya había experimentado dos relevos previos bajo el mismo gobierno. La erosión de la confianza en una cartera clave para la justicia plantea preguntas inquietantes: ¿Cuánto pesan realmente las influencias políticas en la independencia de los poderes? ¿Quién gana y quién pierde cuando la figura encargada de velar por el derecho debe ceder ante presiones veladas?

Mientras la cuenta regresiva para el 1 de junio avanza, la ciudadanía y los sectores judiciales esperan que detrás de la cortina de opacidades pueda emerger una gestión que no solo sobreviva a las presiones, sino que restituya la confianza en un sistema que parece vacilar. ¿Podrá la justicia colombiana sostenerse sin sombras ni amenazas? El tiempo dará la respuesta, pero el vacío que deja Buitrago es el reflejo de una batalla aún no resuelta.

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