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¿Quién cuidaba a Liam Gael cuando murió un bebé en La Calera?
Un frío lunes 29 de septiembre, el pequeño Liam Gael, de apenas 11 meses, dejó de respirar en un centro de estimulación temprana en La Calera, Cundinamarca. La noticia sacudió a esta pequeña comunidad, abrazada hasta entonces por la rutina tranquila de un municipio cercano a Bogotá. La pregunta que ahora retumba en el aire es cómo pudo ocurrir un drama así bajo la mirada de quienes tienen la responsabilidad de proteger a los más indefensos.
Según las autoridades y el centro privado Arte Kids, donde la madre entregó a Liam a las 7:30 de la mañana, el bebé sufrió una emergencia médica alrededor de las 10:00 a. m. Fue entonces cuando una docente contactó a la familia para anunciar que el niño era trasladado al puesto de salud municipal en un vehículo particular. A su llegada, el equipo médico intentó reanimarlo por cerca de treinta minutos, pero fue en vano. La muerte del pequeño se confirmó ese mismo día. Estos detalles fríos esconden un entramado de incertidumbres que aún no se despejan.

Desde el Ministerio de Educación Nacional, que emitió un comunicado oficial el 2 de octubre, la indignación no se disimula. Se exige a las autoridades judiciales y administrativas esclarecer sin dilación las circunstancias que provocaron esta tragedia. A la vez, se convoca a gobernadores, alcaldes y directivos de instituciones educativas a una revisión exhaustiva de los protocolos de seguridad en centros de cuidado infantil, con la esperanza de que esta historia no se repita. Pero para los familiares, el vacío informativo y la opacidad en la atención recibida han erosionado la confianza.
El caso desencadena un debate mucho más amplio sobre las garantías que reciben los niños y niñas en espacios supuestamente diseñados para su cuidado y desarrollo. La muerte de Liam Gael interpela a una sociedad que debería proteger a quienes no pueden defenderse, y a un Estado que debe responder con diligencia y transparencia. ¿Podrá la justicia avanzar entre tantas sombras? La comunidad de La Calera espera, con el corazón en vilo, respuestas que reconcilien el dolor con la verdad.