Ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, deberá afrontar un juicio en la Corte Suprema por tráfico de influencias

¿Corrupción en el pasado, justicia en el presente?

En la ciudad de Bogotá, este lunes 26 de mayo, empieza un juicio que revive un capítulo oscuro de la política local. **Antonio Sanguino**, actual **ministro de Trabajo** de Colombia, se enfrentará ante la **Corte Suprema de Justicia** por presunto **tráfico de influencias**, un hecho que se remonta a 2008, cuando ejercía como concejal.

Los detalles del caso revelan una trama en la que, según la acusación de la **Fiscalía General de la Nación**, Sanguino habría intervenido decisivamente en el nombramiento de la gerente del **Hospital de Usme**. La intención habría sido asegurar el control sobre su contratación y el manejo de proyectos específicos, buscando favorecer intereses particulares desde las sombras. Este episodio se inserta en el contexto del tristemente célebre **Carrusel de la Contratación**, un escándalo de corrupción que sacudió a la administración de Samuel Moreno Rojas y dejó una profunda cicatriz en la confianza ciudadana.

Las investigaciones apuntan que, en su papel de concejal del Polo Democrático, Sanguino gestionó directamente con el entonces alcalde Samuel Moreno y el secretario de Salud de Bogotá para colocar a una persona de confianza en la gerencia del hospital. Lo que estaba en juego era más que un simple nombramiento: se trataba de afianzar un poder ilícito sobre decisiones y contratos en una institución clave para la salud pública. Tras 17 años de pesquisas, acumulación de testimonios y documentos, la justicia abre ahora este capítulo judicial bajo el fuero ministerial que protege al acusado.

Al frente del proceso estará el magistrado Jorge Emilio Caldas, de la Sala de Primera Instancia de la Corte Suprema. En un gesto que marca el ritmo del juicio, Caldas rechazó de plano la petición de aplazamiento de la Fiscalía, argumentando la ausencia de motivos que justifiquen una pausa en la audiencia. En consecuencia, ordenó la comparecencia de todas las partes involucradas para dar inicio a un proceso que, aunque demorado, espera arrojar luz sobre años de sospechas y sombras.

¿Podrá esta audiencia romper con la dilación que ha envuelto al caso y entregar respuestas a una ciudadanía que demanda claridad y transparencia? El tiempo dirá si la justicia logra abrir brecha en un entramado donde las influencias y la impunidad parecían reinar. Mientras tanto, Bogotá observa con atención, consciente de que la historia no solo se repite, sino que también exige rendición de cuentas.

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