Misterio en el Louvre: sin rastro de las joyas

📸 Imagen cortesía: Tomada de la cuenta de C Musée du Louvre

El vacío tras el robo más audaz del Louvre

Un domingo a plena luz, el corazón del arte francés fue golpeado sin piedad.
París, 19 de octubre de 2025. Ocho joyas de la corona francesa, con un valor que sobrepasa los 88 millones de euros, desaparecieron de la Galería de Apolo en el Museo del Louvre.

Era apenas las 10 de la mañana cuando una banda, vestida con ropajes de obreros, sorteó la seguridad y forzó una ventana para entrar. En cuestión de minutos, sus herramientas eléctricas rompieron las vitrinas que custodiaban piezas invaluables: la tiara y el collar de zafiros de las reinas María Amalia y Hortensia, las joyas esmeraldas de la emperatriz María Luisa y la tiara de Eugenia de Montijo, por nombrar algunas. El atraco duró menos de ocho minutos y, sin dejar víctimas, los ladrones escaparon antes de que la policía lograra llegar.

El sistema de seguridad, en teoría uno de los más avanzados, no alertó sobre la intrusión. Fue un ciclista testigo quien marcó la diferencia, avisando a emergencias tras ver a los encapuchados huir. Su testimonio desencadenó un operativo policial veloz que llevó a la detención de siete sospechosos, entre ellos un hombre de 34 años detenido en el aeropuerto Charles de Gaulle con la intención de salir hacia Argelia sin boleto de regreso, y otro con antecedentes de robo arrestado en las afueras de la capital.

Este fraude no solo erosiona la seguridad del Louvre, sino que sacude la confianza de una sociedad que considera estas joyas irreemplazables, «invendibles» por su peso simbólico y singularidad histórica. El caso se perfila como el mayor escándalo de seguridad en décadas para el emblemático museo. Las autoridades continúan su búsqueda, preguntas sobre fallas en la vigilancia y posibles compinches internos empiezan a resonar.

Mientras tanto, la incertidumbre domina y el mundo del arte se pregunta: ¿podrán estas piezas volver algún día al lugar al que pertenecen? ¿O quedarán para siempre como vestigios de un delito que muchos consideraban imposible? Quizá, más que el valor monetario, lo que se ha perdido es la memoria misma, oculta tras el velo de un robo espectacular pero profundamente doloroso.

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