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¿Nepal al borde del abismo?
Un país que grita.
Este martes 9 de septiembre de 2025, Nepal sufrió una de las crisis políticas más profundas de su historia reciente. La renuncia del primer ministro K.P. Sharma Oli se produjo tras días de protestas masivas que sacudieron Katmandú y otras ciudades, dejando un saldo trágico de al menos 19 muertos y cientos de heridos.
El desencadenante fue una decisión que buscaba controlar pero que provocó el efecto contrario: el gobierno impuso el 4 de septiembre un bloqueo a 26 plataformas de redes sociales bajo el pretexto de regulaciones, una medida que sectores de la sociedad y organizaciones como Human Rights Watch denunciaron como censura y ataque a las libertades fundamentales. La juventud, principalmente estudiantes de la llamada “Generación Z”, tomó las calles. Miles corearon consignas contra la corrupción, el nepotismo y la inestabilidad política que erosionan la confianza en las instituciones.
En ciudades como Katmandú, Pokhara, Itahari y Birgunj, las movilizaciones crecieron en intensidad hasta convertirse en un desafío abierto. Intentos de ingresar al Parlamento, incendios en sedes oficiales y violencia desbordada obligaron a declarar toques de queda y a que las fuerzas del orden respondieran con gases lacrimógenos, balas de goma y, en algunos reportes, munición letal. La represión dejó un reguero de víctimas, al tiempo que evidenciaba la fractura entre un Estado incapaz de contener la protesta y una sociedad que ya no tolera silenciosa.
El gobierno intentó rectificar levantando la prohibición a las redes sociales, pero el daño estaba hecho. Mientras tanto, la renuncia inesperada de Oli deja un vacío institucional sin claros caminos, mientras el país se enfrenta a la incertidumbre de cómo reconstruir la convivencia y retomar la estabilidad.
¿Será esta la crisis que impulse un cambio profundo o el preludio de una década más de ingobernabilidad? En el corazón del Himalaya, la joven Nepal mira al futuro mientras su presente se desgarra en las calles.