Netanyahu regresa al banquillo: escándalo millonario

📸 Imagen cortesía: Foto tomada de la cuenta de X de Benjamin Netanyahu
¿Corrupción en el poder?

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu volvió esta semana al tribunal de Jerusalén, enfrentando un juicio que pone en jaque no solo su carrera política sino también la confianza de una nación dividida.

Durante los días que corren desde el 13 de octubre de 2025 (hora de Colombia), Netanyahu y su esposa comparecen ante la justicia, acusados de recibir regalos lujosos —joyas, champán y puros valorados en más de 260.000 dólares— de empresarios internacionales, incluyendo al productor de Hollywood Arnon Milchan y al magnate australiano James Packer. La fiscalía sostiene que estos obsequios no fueron simples cortesías, sino sobornos con la esperanza de influir en decisiones oficiales, un caso conocido como Case 1000. De confirmarse, las acusaciones de soborno, fraude y abuso de confianza podrían llevar a Netanyahu no solo a la cárcel, sino a la inhabilitación política, un golpe contundente mientras Israel enfrenta tensiones internas profundas y mantiene su ofensiva militar en Gaza.

Este retorno a la palestra judicial no ocurre en aislamiento. En el trasfondo aparece un escándalo que golpea al círculo cercano del primer ministro: el arresto de dos asesores acusados de recibir pagos de Qatar para mejorar la imagen de ese país en medios israelíes, un affaire bautizado como “Qatargate”. Aunque Netanyahu no está señalado directamente como principal sospechoso, su participación como testigo y la sombra de este caso alimentan la desconfianza ciudadana y el clima político adverso.

“Es un abuso del cargo”, denuncia Tomer Naor, voz crítica que resume la sensación creciente entre muchos israelíes. En tiempos en que la justicia y la política convergen en pasillos judiciales, la sociedad se pregunta: ¿podrá la transparencia prevalecer en un liderazgo marcado por las polémicas? Mientras tanto, Netanyahu encara no solo su defensa legal sino la incertidumbre sobre su futuro y el rumbo de un país que observa expectante.

¿Habrá espacio para la restauración de la confianza o el juicio solo ahondará las grietas de un sistema en crisis? El tribunal de Jerusalén parece tener la última palabra, pero la sociedad israelí buscará respuestas más allá del veredicto.

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