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¿Monstruo con nombre propio?
Este 3 de octubre de 2025, Netflix volvió a sumergirse en las oscuridades del crimen real con el estreno global de *Monster: The Ed Gein Story*, la tercera entrega de la antología creada por Ryan Murphy e Ian Brennan. En esta ocasión, revive la perturbadora vida de Edward Theodore Gein, conocido como “el carnicero de Wisconsin”, un hombre que en los años 50 sacudió a Estados Unidos no solo por sus crímenes, sino por la macabra manera en que usaba restos humanos para fabricar objetos macabros.
Al centro de esta historia, interpretada con solidez por Charlie Hunnam, está Gein, un granjero solitario nacido en 1906 en el pueblo de Plainfield, Wisconsin. La narración también profundiza en la figura de Augusta, su madre posesiva y fanática religiosa, retratada por Laurie Metcalf, quien dejó una marca imborrable en la psicología de este personaje siniestro. Otros rostros notables del reparto son Tom Hollander y Olivia Williams, quienes dan vida a Alfred Hitchcock y su esposa Alma Reville, añadiendo una capa de reflexión sobre el cine que se ha inspirado en esta historia.
La cronología arranca en la América profunda de los años 50, un contexto que explica parte del aislamiento y la incomunicación que rodearon a Gein, pero no exime el horror de sus actos. La producción no solo explora la infancia traumática y los trastornos mentales que condujeron a este hombre a actos inimaginables, sino que también examina la huella indeleble que ha dejado en la cultura popular del terror. Personajes emblemáticos como Norman Bates, Leatherface o Buffalo Bill emergen como sombras proyectadas desde la realidad de Gein al imaginario colectivo.
No obstante, la recepción ha sido tan intensa como divisiva. Mientras algunos críticos y espectadores valoran la entrega por su cuidada estética y actuaciones, otros reprochan a Netflix la aparente romantización del asesino, un debate que pone en jaque el eterno dilema entre la dramatización artística y el respeto por las víctimas y la gravedad de los hechos. A pesar de estas controversias, los números de audiencia hablan claro: la serie ha capturado la atención de un público ávido, especialmente en América Latina y Estados Unidos.
Más allá del morbo, la historia de Ed Gein invita a preguntarnos por qué ciertas figuras trágicas y aberrantes siguen fascinando y perturbando a la vez, mientras la línea entre el relato histórico y la ficción se vuelve cada vez más difusa. ¿Es posible dar cuenta del horror sin caer en su celebración? ¿O este relato, como tantos otros, seguirá alimentando ese vacío complicado que habita en el imaginario colectivo? La sombra de Gein no se apaga: perdura, inquietante, en el umbral entre lo real y lo monstruoso.