¿Paro o pulso político?
El pulso se ha tomado las calles.
Bogotá, 21 de mayo de 2025. Las principales centrales obreras de Colombia, con la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) a la cabeza, han convocado un paro nacional de 48 horas para los próximos 28 y 29 de mayo. Esta decisión responde a un rechazo que, en la mirada de muchos, eclipsa la esperada transformación social: el Senado negó la consulta popular que impulsaba el presidente Gustavo Petro y, con ella, sepultó las principales reformas sociales del actual gobierno.
La movilización, que promete abarcar todo el territorio nacional, no sólo es un grito de protesta. Es el reflejo tangible de un descontento profundo, extendido más allá de los sindicatos: abraza a sectores educativos y organizaciones sociales que buscan presionar a las autoridades legislativas y denunciar lo que consideran una marcha atrás en los derechos conquistados. La política tradicional, para estos actores, ha mostrado nuevamente su rostro opaco y evasivo.

El llamado fue formalizado por Fabio Arias, presidente de la CUT, durante la Cumbre Social, Política y Popular realizada en la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá el 19 de mayo. Este espacio reunió a delegados sindicales, campesinos, indígenas, académicos y también funcionarios del gobierno, incluido el ministro de Trabajo, Antonio Sanguino. “Proponemos un gran paro nacional de 48 horas los días 28 y 29 de mayo”, afirmó Arias. “Ese debe ser el mayor esfuerzo inmediato para enfrentar esta situación”.
La raíz de esta crisis fue el voto del Senado, el 14 de mayo, donde la consulta popular para respaldar la reforma laboral fue rechazada con 49 votos contra 47. Para el presidente Petro, el resultado fue un “fraude”, un acto que erosionó la confianza de quienes esperaban cambios reales. La indignación se propagó rápidamente entre diversos sectores sociales, que ven en la movilización una vía necesaria para exigir respeto por los derechos laborales y continuar con las reformas sociales.
En este contexto, la representante a la Cámara, María Fernanda Carrascal, enfatizó que la convocatoria no sólo es una respuesta al Senado, sino un llamado a la sociedad para no aceptar retrocesos disfrazados de “debate democrático”. La incertidumbre persiste. Mientras tanto, las calles se preparan para escuchar el latido de quienes reclaman otra Colombia, una que no olvide a sus trabajadores ni renegocie sus derechos a cambio de espacios políticos.
¿Podrá esta movilización torcer el rumbo de un Congreso que parece sordo a la urgencia social? La pregunta queda suspendida en el aire, mientras el país aguarda el 28 de mayo con expectación y algo más: la esperanza de que la protesta colectiva ilumine caminos que hoy parecen oscurecidos.